jueves, 21 de abril de 2016

Abril, como otros  meses del año, guarda inmortales recuerdos para los cubanos.
Son muchos, pero no puedo dejar de mencionar algunos,  que nunca podrán ser olvidados, entre ellos, la llegada a Cuba el 11 de  abril de 1895, de nuestro Héroe Nacional José Martí, junto al General Máximo Gómez y otros combatientes.

Tras el desembarco por Playitas de Cajobabo, en la actual provincia de Guantánamo, procedente de Haití, Martí  emprendió un corto pero intenso recorrido por el territorio oriental, para incorporarse a las tropas insurrectas.
Sus incidencias, la plasmó con insuperable sencillez descriptiva, en el Diario de Campaña, más tarde titulado “De Cabo Haitiano a Dos Ríos”, aunque no tuvieran esa pretensión.
Lo inicia el día 9 (décadas después devenida fecha histórica también para nosotros)  con esta lacónica frase: “Lola, jolongo, llorando en el balcón. Nos embarcamos”.
En los días sucesivos narra, con gran dominio de la síntesis, el arribo en un pequeño bote y el avance  por arrecifes, manglares y la intrincada vegetación serrana,  para encontrarse con los destacamentos revolucionarios, que a su orden, habían reiniciado la nueva guerra independentista, el 24 de febrero de ese propio año.
En esos días los acontecimientos se suceden con extrema rapidez y Martí  los narra, con el laconismo propio del periodista que era, mezclándolos con una precisa descripción del entorno y de sus anfitriones.
Un acontecimiento emotivo  del trayecto martiano hasta su heroica caída en Dos Ríos, fue sin lugar a dudas, el ocurrido el 15 de abril, cuando el General en Jefe,  Máximo Gómez, le confiere los grados de Mayor General del Ejército Libertador, ante la tropa a la cual se había recién incorporado.
Martí  lo describe así: “Al caer la tarde, en fila, la gente sale a la cañada.  El General, con Paquito, Guerra y Ruanes. ”¿Nos permite a los tres solos?  Me resigno mohíno. ¿Será algún peligro? Sube Ángel Guerra llamándome, y al capitán Cardoso.  Gómez, al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo me dice, bello y enternecido, que aparte de reconocer en mí al Delegado, el Ejército Libertador, por él, su jefe, me nombraba Mayor General.  Lo abrazo. Me abrazan todos.

En lo adelante se produciría en la finca “La Mejorana”, la histórica reunión entre Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo y pocos  días después, el 19 de mayo, la heroica caída en combate del máximo dirigente y organizador de la campaña independentista. 
Por: Luís Manuel Quesada Kindelán

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