sábado, 12 de septiembre de 2020
La repentina pérdida de Leonardo Mastrapa Androín, vicepresidente
primero de la
Upec en Las Tunas desde el 2005, nos obliga a convocar la
membresía
para ocupar una vacante en el Ejecutivo Provincial.
Según establecen los estatutos todas/os debemos dar nuestra aprobación. Ante la extensión de la pandemia de la Covid-19
que no permite convocar a una Asamblea Provincial proponemos
realizar un proceso online con el apoyo de cada delegación.
Previa consulta con las estructuras superiores, activamos la Comisión Provincial de Candidatura elegida para
el proceso 2018-2023 y que integran:
Luis Manuel Quesada Kindelán
Robiel Proenza Hernández
Jorge Pérez Cruz (Presidente)
Nelsy Rubén Larroche
Miladis Amat Marrero
Yanetsy Palomares Pérez
Al encontrarse el colega Jorge Pérez Cruz fuera del país,
Nelsy Rubén
Larroche asumirá la responsabilidad de dirigir el proceso.
Cada afiliado/a podrá realizar una sola propuesta para ocupar
el cargo de vicepresidente de la Upec Provincial a través del correo nelsyrubenlarroche@gmail.com . El asunto
del mensaje debe decir: Voto de: Nombre y apellidos, y en el cuerpo realizar la propuesta,
que puede ser argumentada si así lo desean.
Para quienes no tengan condiciones tecnológicas los miembros
de la Comisión realizarán las visitas a sus hogares o buscarán otras opciones.
Una vez concluido este proceso, fijado del 10 al 20 de
septiembre, la Comisión tendrá la responsabilidad de realizar la candidatura
y proponer a la Electoral que ponga a disposición de la
membresía la boleta de votación para cubrir la vacante.
Esperamos envíen lo antes posible la propuesta para integrar
el Ejecutivo Provincial.
Upec Las Tunas
jueves, 10 de septiembre de 2020
Las Tunas.- Lograr transmisiones de alto vuelo artístico, repletas de gracia y objetividad, figura entre los propósitos fundamentales del grupo de trabajo de los deportes de Radio Victoria, la emisora provincial tunera, que llevará hasta los aficionados las emociones de la Serie 60 de la pelota cubana a través de sus frecuencias de Amplitud Modulada (AM) y Frecuencia Modulada (FM).
La contienda comienza este sábado 12 de septiembre, y tendrá como
singularidad que no se permitirá la presencia de público en las gradas. Esta
circunstancia, derivada de nuestro contexto epidemiológico actual, entraña para
los narradores-comentaristas deportivos de la
planta un desafío que ellos están listos para enfrentar y perfeccionar
en sus descripciones y análisis.
La revista beisbolera Doble Play, el espacio estelar de la parrilla de
programación de la emisora, mantendrá al aire sus habituales secciones, así
como la permanente retroalimentación con su audiencia. Lo harán posible, con
sus respectivos estilos de narración, Hirán
Sánchez Cajide, Albert Blanco Zayas y Roberto Carbonel Mayedo, todos
profesionales de vasta experiencia en estas lides anuales del deporte de las
bolas y los strikes.
“Sánchez Cajide es el hombre
experimentado que enarbola la justicia y la imparcialidad ante todo, con sus
ecuánimes y justificadas protestas ante las cosas que están mal o podrían estar
mejor. ¡Lo disfruto muchísimo! — escribió en una emotiva carta de
reconocimiento al equipo de Doble Play uno de sus más fieles oyentes, el Padre
Ángel Andrés, párroco de la iglesia San Gerónimo—. Por su parte, Blanco Zayas
es la voz más clara y segura, que transmite alegría y serenidad, nos detalla
todo lo que debemos saber y nos mantiene informados constantemente. Y Carbonell
Mayedo es la narración encendida y apasionada que, sin dejar escape a la
parcialidad, anima y hace una fiesta de la narración, permitiéndonos ver lo que
sucede en el terreno sin estar nosotros presentes”.
El trío de narradores cuenta, además, con el apoyo de la joven periodista
Gretel Yanet Tamayo Velázquez, jefa del grupo de los deportes de la emisora,
quien hará las entrevistas en el terreno y asumiré la transmisión en vivo a
través de Facebook.
Otros que intervendrán en estas atípicas jornadas beisboleras son el estadístico
Modesto Castelló Góngora y el realizador de sonido William Vázquez Sosa. La
post producción contará con la práctica y la creatividad de Yusdel Rojas Ortiz.
Y Luisa Elena Rivera tendrá la encomienda
de la dirección de los programas.
Onelio Castillo Corderí, director general de la Radio Cubana, reconoció a
inicios de esta año el trabajo del equipo deportivo de Radio Victoria, al que
consideró uno de los más sobresalientes del país por su vuelo profesional y la
integralidad de su quehacer.
El colectivo de deportes de Radio Victoria alistó su programación ante el inicio el 12 de septiembre los juegos de la 60 Serie Nacional de Béisbol.
Escrito por Redacción Ecotunero Fotos: Ángel Luis
martes, 8 de septiembre de 2020
Anochece en Praga el 24 de
abril de 1942. Los miembros de una célula clandestina que lucha contra la
ocupación nazi de Checoslovaquia están reunidos en una casona de la periferia
de la ciudad. Hacen planes y conspiran. Desde la calle les llega el alarmante e
inconfundible sonido de un carro al frenar. Temen lo peor. «¡La Gestapo!», exclama alguien desde una
ventana. Luego, tropel de botas, gritos de mando y chirrido de armas. Una
embestida echa abajo la puerta y una jauría con atuendo de uniforme irrumpe en
la residencia.
-¡Al suelo todo el mundo! –ordena, vocifera,
aúlla una voz, mientras su dueño rastrilla con furia su fusil de asalto.
Los conjurados obedecen. ¿Qué más podían
hacer? Ya en el piso, los cachean, los humillan, los ofenden, los esposan y, finalmente,
los hacen subir a empellones en la parte trasera del carro que aguarda por
ellos en las cercanías. Destino: la tristemente célebre cárcel de Pankrác,
tenebroso centro de torturas y guarida de las peores perversidades humanas.
Entre los detenidos en la redada hay un
destacado periodista local, cuyas críticas literarias y teatrales se publican
en las páginas de los periódicos Rude
Pravo y Tvorba. También escribe
fogosos artículos de apología al comunismo.
Integra el Comité Central del Partido Comunista checoslovaco, pero los de
la Gestapo no lo han identificado todavía. Uno de los detenidos flaquea y les
revela su nombre. Entonces todo el odio de los invasores se lanza sobre Julius
Fucik.
PERFIL
DE UN COMUNISTA
Julius Fucik nació el 23 de febrero de 1903 en
Praga, capital de Checoslovaquia. Desde muy joven mostró tendencias
izquierdistas, en especial luego de consumada la Revolución Rusa. En 1921
ingresó al Partido Comunista y matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Pilsen, al tiempo que ejercía su pasión como crítico
cultural.
A inicio de los años 30 viajó en secreto
varias veces a la Unión Soviética. Lo fascinó la manera en que comenzaron allá
a construir el socialismo desde el Primer Plan Quinquenal, y con ese tema escribió
un libro que la valió cárcel. En la propia década formó un frente en defensa
del pueblo español que combatía contra la dictadura franquista y el fascismo.
Gran parte de su obra periodística de la época
la escribió desde las sombras y con seudónimos. Su situación se complicó a
mediados de 1939, cuando el ejército nazi ocupó Bohemia y Moravia. Para
la Gestapo, el comunismo checo era un enemigo interno que debía liquidarse.
Fucik fue uno de los militantes más buscados. Por fin lo capturaron el 24 de
abril de 1942, según él, «en una hermosa y templada
noche de primavera».
EL
PRESO DE LA CELDA 267
En la cárcel de Pankrác, oscura y lúgubre, los
torturadores no consiguen imponerse al blindaje moral de Fucik. Para obligarlo
a delatar a sus camaradas de lucha le aplican los castigos físicos y
sicológicos más refinados, pero en vano. A
bastonazos le rompen los dientes. Lo trasladan de prisión, le cambian
los verdugos, lo someten a martirios, le machacan los huesos… ¡Y ni una palabra
sale de su boca! «¿Cuántos golpes puede resistir un hombre sano?», se
preguntaría después.
Una mañana, uno de los guardias que lo
custodian entra en su celda a hacer una inspección de rutina. Tiene una manera
de comportarse diferente a los demás nazis. Fucik lo describiría así luego: «A
primera vista, una persona enigmática. Marchaba por los pasillos solo,
tranquilo, reservado, observador, alerta… Jamás se le oyó gritar. Jamás se le
vio pegar».
Casi en un susurro, le pregunta al prisionero
que si necesita algo, «…por si acaso, si quiere usted enviar un recado para
alguien… o si quiere escribir… No para ahora, ¿comprende? Sino para el futuro:
cómo ha llegado aquí, si alguien le ha traicionado, qué conducta observaba de
éste o de aquél… Para que todo lo que usted sabe no se marche con usted…».
Fucik recela y calla. Le parece un ardid de
sus captores para obtener de él información escrita. Pero, con los días, cambia
de parecer. Su instinto de conspirador lo induce a confiar. A la postre, el
guardia –llamado Afolf Kolínsky- resulta
ser un compatriota suyo. Se ha hecho pasar por alemán para
ayudar en todo lo posible a los prisioneros checos en Pankrác.
Sin parar mientes en el peligro al que se expone,
Kolínsky se encarga de hacerle llegar a Fucik, con suma cautela, un lápiz y 167
tiritas de papel higiénico. Con tan precario material el prisionero tal vez
pueda redactar su crónica póstuma. También asume la vigilancia para que no sea
descubierto.
Fucik escribiría después en su mazmorra: «Era
demasiado hermoso encontrar aquí, en esta casa sombría, a un amigo que, con el
mismo uniforme de aquéllos que no tienen para ti más que gritos y golpes, te da
la mano para que no perezcas sin dejar huellas, para que puedas dejar un
mensaje a los hombres del futuro, para que puedas hablar, al menos por un
instante, con los que sobrevivirán y alcanzarán la liberación».
Meses después, Fucik es enviado a Alemania
para ser juzgado. «¿Admite haber ayudado con sus actos a la Rusia bolchevique»,
le pregunta un juez. Y él le responde: «Si, he ayudado a la URSS y al Ejército
Rojo. Es lo mejor que he hecho en mis 40 años. (…) Ahora van a dictar
sentencia. Sé su contenido. La muerte a ese hombre. Mi veredicto acerca de
ustedes lo he dictado hace tiempo: ¡Mueran el fascismo, muera la esclavitud
capitalista! ¡Vida al hombre! ¡Porvenir al comunismo!».
Los presos políticos de la cárcel berlinesa de
Plötzensee recuerdan que, camino al paredón, y maniatado entre dos miembros de la Gestapo, iba tarareando La Internacional. Muchos de ellos la
corearon. Era el 8 de septiembre de 1943.
REPORTAJE
AL PIE DE LA HORCA
En mayo de 1945 el fascismo es derrotado.
Gusta Fucíková, la esposa de Julius Fucik, sobrevive al campo de concentración
de Ravenbrück. Está al tanto del fusilamiento de su marido y de los rumores de
que ha dejado un documento de su puño y letra. Da con el paradero de Afolf
Kolínsky. El falso guardia de la Gestapo conserva como un tesoro las tiras de
papel higiénico donde escribió el gran periodista y revolucionario. Consiguió
sacarlas ocultas de la cárcel de Pankrác.
Entre ambos ordenan el texto y lo publican en una
edición rústica en 1952, con portada del pintor comunista mexicano Diego
Rivera. Lo titulan Reportaje al pie de
la horca, una referencia incluida por Fucik al inicio de su escrito. Según
reseña la enciclopedia cubana Ecured,
«el reportaje le salió fluido, casi sin errores, con una estructura magnífica
donde cabe desde el chiste negro del desahuciado hasta la semblanza de sus
compañeros de cárcel; desde el contexto histórico, hasta el análisis síquico
del torturador; desde la naturaleza del dolor hasta la empatía con la muerte».
Desde su aparición, el libro tuvo extraordinario
impacto en la opinión pública mundial. Tanto que ha tenido centenares de ediciones
en unos 90 idiomas y dialectos. Consta de ocho
capítulos, y comienza con el relato de la captura del autor por la Gestapo y de
las torturas que hubo de sufrir.
El texto denuncia los horrores cometidos por los
nazis durante la ocupación de Praga. También deviene antología de frases de
esperanza y amor, como esta: «He vivido por la alegría. Por la
alegría he ido al combate y por la alegría muero. Que la tristeza no sea nunca
unida a mi nombre».
EPÍLOGO
PARA UN LEGADO
En 1950, el Consejo Mundial de la Paz le otorgó
póstumamente a Julius Fucik su principal Premio. Y, desde 1968, cada 8 de
septiembre se celebra el Día Internacional del Periodista. Aunque su nombre ya
no suele aparecer en el contexto de las principales celebraciones del gremio
–cada país las ha adaptado a sus conmemoraciones específicas- la obra de este
gran periodista checoslovaco no ha perdido trascendencia.
Sus últimas reflexiones en Reportaje a pie de horca ponen de
manifiesto los sentimientos más nobles que se albergan en el alma de los buenos
seres humanos: Dicen: «También mi juego se aproxima a su fin. No puedo
describirlo. No lo conozco. Ya no es un juego. Es la vida. Y en la vida no hay
espectadores. El telón se levanta. Hombres: os he amado. ¡Estad alerta!».
Por Juan Morales Agüero
lunes, 31 de agosto de 2020
¿Qué cambió y qué ha permanecido con respecto a la información, los medios de comunicación y la lucha ideológica en este nuevo – ya no tan nuevo- escenario que es Internet? ¿Qué oportunidades y desafíos plantea Internet para las propuestas alternativas al sistema capitalista? Con estas interrogantes, Iroel Sánchez, moderador de La Tertulia, espacio de debate digital de la Unión de Periodistas de Cuba, comenzó la videoconferencia en vivo hoy 27 de agosto.
“Un campo de batalla llamado Internet”, tema de esta tercera edición del encuentro, contó con la participación de Pedro Santander Molina, periodista, Doctor en Lingüística y Profesor Titular de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Edwin Madrigal, filólogo, sociólogo, comunicador, productor audiovisual y Organizador del Movimiento Red de Jóvenes Comunicadores de Nicaragua; René Ramírez Gallegos, académico, economista, Doctor en Sociología con especialización en Relaciones de Trabajo, Desigualdades Sociales y Sindicalismo por la Facultad de Economía Universidad de Coimbra – Portugal; y Fernando Buen Abad, especialista en Filosofía de la Imagen, Filosofía de la Comunicación, Crítica de la Cultura, Estética y Semiótica.

Al iniciar el diálogo, Pedro Santander Molina señaló que el tema comunicacional ha jugado siempre un gran rol en la lucha política. “Grandes revolucionarios como Lenin, Mao, Allende, Rosa de Luxemburgo, Fidel… incursionaron en lo mediático y periodístico. Hoy, a diferencia de hace 20 o 30 años atrás, no vamos detrás de la comunicación, sino que la comunicación viene hacia nosotros. Esa inversión ha ocurrido, de manera fundamental, gracias a los dispositivos móviles tecnológicos.
“En la actualidad no podemos considerar desconectarnos de lo comunicacional. El celular, los dispositivos móviles y las redes sociales llegan a lo físico, ya no solo a lo cognitivo. Están en la palma de nuestras manos y son casi una extensión fisiológica de nosotros. Es importante considerar, en primera instancia, esa inversión de la dinámica”, añadió.
El académico chileno apuntó que un segundo elemento a tener en cuenta es que en el ámbito comunicacional, durante gran parte del siglo XIX, los medios de comunicación tradicionales tuvieron la hegemonía. “Pero que hay que tener conciencia que la comunicación es mucho más que los medios; incluso, más importantes por su influencia ideológica resultan en la contemporaneidad las redes sociales y los videojuegos. Tenemos que ampliar nuestra mirada desde lo mediático hacia un fenómeno comunicacional mucho más amplio”.

Asimismo, dijo que la comunicación está en el centro (incidiendo y siendo incidida por las tecnologías de la información y las comunicaciones) del salto tecnológico en el que viven las sociedades actuales, lo que acentúa el grado de dominación sobre las personas y, también, su grado de respuesta en el marco de la lucha de clases.
Asimismo, dijo que un tercer elemento distintivo ha sido que la comunicación está en el centro (incidiendo y siendo incidida por las tecnologías de la información y las comunicaciones) del salto tecnológico en el que viven las sociedades actuales, lo que acentúa el grado de dominación sobre las personas y, también, su grado de respuesta.
Por su parte, René Ramírez Gallegos señaló que el fenómeno provocado por la Internet habría que plantearlo desde una perspectiva estructural en la que se articulan dos temas denominados capitalismo y colonialismo digital. Añadió que el capitalismo digital se retrotrae a la fase mercantilista rentista de su homólogo en el mundo físico, donde la ganancia se da por transferencia una vez más, pero ahora venido a través del dato, la información y el conocimiento.

El catedrático subrayó que estos elementos, unidos a la comunicación, configuran una disputa que atenta contra la democracia, generando narrativas en el espacio de la virtualidad como las que favorecieron los recientes golpes de Estado en Latinoamérica. Asimismo, dijo que es necesario enfatizar en que la virtualidad está siendo el escenario de una nueva colonización y que en las plataformas de la web también se dan procesos de resistencia que deben ganar en articulación: “La Izquierda, el progresismo, tiene que avanzar en recuperar el dato como un bien público”.
Para Buen Abad hay un punto de inflexión en el cambio del viejo discurso de Internet como un espacio ciudadano donde habría libertad, igualdad.
El especialista en Filosofía de la Comunicación explicó además que se ha pasado de la ilusión de la democracia vía Internet a la percepción de que por cuestiones de seguridad había que tener cuidado con quienes hacían uso de ella.

“No podemos perder la provocación de este encuentro que es que estamos en un escenario de guerra en el que estamos disputando en condiciones asimétricas. Porque ellos – la derecha- lograron dos condiciones que son cruciales en la guerra mediática: el don de la ubicuidad y el don de la velocidad”.
Asimismo consideró que la mayor debilidad de las fuerzas progresistas de la región es su falta de articulación. “Nos encontramos como un archipiélago inmenso de iniciativas de comunicación, pero un archipiélago inconexo. No logramos todavía la concreción de un programa político que nos permita ensayar y ensamblar la construcción del clamor popular. Hemos caído en la emboscada de creer que abriendo una página, un micrófono o un programa queda saldada la deuda de un proyecto de comunicación”.

De acuerdo con Edwin Madrigal, se debe dar la pelea en las redes sociales sin dejar de lado la lucha en las calles. “No basta con hacer uso de las plataformas comunicativas digitales, hay que procurar soberanía tecnológica. En un campo que no es el nuestro, no podemos estar todo el tiempo apagando fuegos. Debemos instaurar una agenda propia”.
En ese sentido, Santander Molina dijo que en un escenario tan tecnológico y asimétrico en el que no se puede no estar, una de las opciones que debe asistir a las fuerzas progresistas es -más que por los emisores y por los contenidos- apostar por las audiencias. “Creo que nuestra capacidad de ataque comunicacional es limitada, por ello hay que abogar por estrategias de defensa”, acotó.
Mientras, Ramírez Gallego expuso que en un continente en disputa para el progresismo es esencial tener militancia, lo que implica pedagogía política pues únicamente así se contará con una ciudadanía activa con conciencia histórica y de transformación social.
Por su parte, Buen Abad recalcó además que se requiere formación política en materia de medios. “Necesitamos formación de cuadros para fabricar munición comunicacional. No hemos sabido darle continuidad a la tarea de militancia con los medios. Precisamos de fábricas de contenidos que nos permitan reforzar las agendas de nuestros pueblos”, expuso.
¿Cuáles podrían ser posibles rutas para sortear los inmensos desafíos de la lucha política en Internet?, preguntó Iroel Sánchez a propósito de resumir esta edición de La Tertulia.
Edwin Madrigal: “Potenciar la construcción de una red de comunicadores y generar productos comunicativos atractivos”.
Buen Abad: “Aprovechar la herencia de las luchas de resistencia desde abajo generadas en América Latina y de reconstrucción de diversidades e identidades”.
Santander Molina: “Autoevaluarnos. Refundar una teoría crítica de la comunicación latinoamericana”.
Tomado de Cubaperiodistas.cu
miércoles, 26 de agosto de 2020
Hoy nos visitó en la Casa de la Prensa el médico tunero Ronald Hernández, Miembro de Honor de la Unión de Periodistas de Cuba desde el 2015.
Ya recuperado de una intervención quirúrgica se despide otra vez del gremio. Regresará a Venezuela a culminar su misión internacionalista en esas tierras.
Ronald nos explicó que en la República Bolivariana labora como parte de un grupo de expertos para organizar estrategias en el enfrentamiento a la Covid- 19, fundamentalmente en la frontera con Colombia y Brasil, “muy extensa por cierto”. “Es un trabajo complejo”, nos dijo.
Nuestra Upec lo acogió como suyo cuando estuvo en Liberia para erradicar la epidemia del Ébola, y desde allí empleaba las redes sociales para dar a conocer el trabajo de los galenos cubanos en la lucha contra la epidemia, que cobró más de cuatro mil víctimas en el continente africano.
En aquella ocasión, Antonio Moltó, fallecido presidente nacional de la organización profesional, entregó el carnet que acredita a Hernández como integrante de honor de la Upec en reconocimiento a su labor.
El especialista de salud declaró entonces que su objetivo fue demostrar al mundo el humanismo y profesionalidad de los médicos cubanos, además de denunciar la difícil situación de subdesarrollo en la que vive la población de estos países.
Otra vez repite su hazaña y da pruebas de su altruismo y solidaridad para ayudar en tierras donde sea requerido por su entrega y profesionalidad.
Buen viaje colega.
martes, 25 de agosto de 2020
Con una memoria fotográfica, Juan Emilio evoca, con punto y coma, la vez que llegó al bar Arena pregonando sus tamales, cuando un “casquito”, con tremenda borrachera, le “sopló una galleta” y lo empujó. Él terminó en el suelo por un lado, y el cubo con los tamales por otro.
“Entonces un militar, de los que aquí en la ciudad de Las Tunas llamábamos 'guardia viejo' ayudó a levantarme, recogió los tamales y los echó en el cubo. Y parece que por lástima me dio 1.00 peso. Era el año 1958, comenta Juan Emilio.
“Cogí mi cubo, me paré en el garaje Gascón (hoy SASA), cerca de allí, aún con la cara encendida por el galletón y le grité casquito 'hijoeputa', y con la misma salí corriendo por toda la calle Ángel Guardia y no paré hasta el Ferrocarril”.
A Juan Emilio Batista Cruz, un muchacho que entonces tenía 14 años de edad, le decían vendelotodo, porque la única forma de ayudar a su papá para mantener a una familia de seis hijos, era la de trabajar en lo que apareciera.
Así, cierto día, cuando pregonaba por todo el andén del Ferrocarril: “Compre aquí bocadito de cerdo asado por solo 0.10 centavos”, unos muchachos de su barrio, Casa Piedra, detrás gritaban, en broma, pero lo delataban: garganta, nariz y oído. Y hasta esa jornada llegó la venta de bocaditos.
Entonces armó un cajón de limpiabotas y comenzó a incursionar en su nuevo “negocio” por varias calles de la ciudad y en lugares públicos, menos en el bar Arena (lo dice y se ríe).
Y con el esfuerzo de su mamá, que se dedicaba a lavar ropa para también buscar ingresos, estudió mecanografía. En cierta ocasión, cuando lustraba unos calzados, su cliente le dijo a uno que acababa de llegar: "Tú lo ves así, pero es mecanógrafo".
El recién llegado no creyó que un muchacho con las huellas de la tinta y el betún podía tener aquel oficio, porque en aquella época era un conocimiento importante y no todos podían tener ese título.
Entonces echaron una apuesta y Juan Emilio demostró sus habilidades en una máquina de escribir Remington que había en el hotel Pasaje, hoy hotel Ferroviario.
“El hombre a quien le limpiaba los zapatos ganó los 0.25 centavos apostados, pero a mí solamente me dio los 0.05 centavos que cobraba por la limpieza”.
Son muchas las anécdotas que Juan Emilio tiene que contar. Por ejemplo, de cuando desyerbaba patios por solo 0.20 centavos, y recogía arena para vender, el metro también al mismo precio. Y cuando no pudo pasar del quinto grado, porque como había que "buscársela" para poder vivir, abandonó las aulas.
A sus recuerdos vienen niños sin pupitre y descalzos, mendigos por doquier, viviendas de tabla y guano, de yagua y las construidas por el sistema conocido como el del embarrado, un método que consistía en armar una especie de choza con cujes y la hierba pelo de burro, para luego forrar las paredes con fango.
Ahí se detiene y recuerda a su tía Amada: “A su hogar la gente le decía la casa de cristal, porque tenía tantas rendijas que casi todo se veía desde afuera”.
Pero con la llegada de la década del 60 del pasado siglo, Juan Emilio comienza a superarse. Desempolva el título de mecanógrafo y va a trabajar con un familiar en el tejar Simpatía, cerca del central Constancia, en Cienfuegos.
De la Perla del Sur viaja a Holguín y el periplo lo termina de regreso a su ciudad natal, Victoria de las Tunas, como administrador de una fábrica de cerámica roja.
“Desde niño -recuerda- me gustaba hacer composiciones, y luego décimas. Así me fui inclinando por las letras, hasta que colaborando con la emisora Radio Circuito, un día me emplantillaron en la Redacción, junto con Florencio Lugones.
“Y seguí superándome hasta que me presenté a los exámenes de ingreso para estudiar Licenciatura en Periodismo en la Universidad de Oriente. Aprobé y me gradué en 1975.
“Después de Radio Circuito fui fundador del periódico 26 y lo representé en Angola, en el periódico Verde Olivo Internacionalista”.
A los 77 años de edad, él permanece en su casa terminando de escribir sus memorias De limpiabotas a periodista, para completar una trilogía de libros: Apuntes sobre la historia de la prensa tunera y Crónicas y anécdotas sobre béisbol, ya publicados por la editorial Sanlope.
Pero lo que más ha marcado en la vida laboral de Juan Emilio es lo de narrador y comentarista deportivo, que practicó durante 40 años, sobre todo, por su pasión en defensa de los peloteros de la localidad.
Y aún recuerda como el primer día, las atrapadas espectaculares de Ermidelio Urrutia, los jonrones de Joan Carlos Pedroso, los batazos oportunos de Dánel Castro, las curvas hacia debajo de Félix Núñez, los récords del Señor de los 400, Osmani Urrutia; la derecha demoledora de Teófilo Stévenson y de José Gómez, y la agresividad de Omar Santiesteban.
Y si bien reconoce que pasó muchas vicisitudes para convertirse en un profesional de la prensa, dice sentirse satisfecho por haberlo logrado; mas su mayor felicidad es la de tener sus dos hijos, Norge y Noide.
El primero es trovador y Noide, tras incursionar como dirigente pioneril a nivel de base y vicepresidente nacional de la FEEM, fue el más integral en su graduación en la Universidad de Ciencias Médicas de Las Tunas. Y hoy es especialista de Segundo Grado en Oncología y trabaja en el hospital Hermanos Ameijeiras, de la capital.
Ahora en su hogar, con su computadora, continúa atrapado por el deporte en tiempos de pandemia, le responde a algunos internautas, entra en polémica y defiende a los Leñadores a capa y espada.
Vuelve a navegar, le cuestionan su argumentada defensa de la realidad cubana, y le impugna a alguien en la red de redes: "Es usted de los que en situaciones difíciles solo ven las pequeñas manchas del sol".
¿¡Ah?! Pero no te acuerdas bien, me espeta y me recuerda: “Segura casi nos mata y tuvimos que cambiar completamente la primera página del periódico”.
Y en verdad no recuerdo los detalles de una de las anécdotas más emblemáticas de Elmer y mía cuando estábamos de cierre juntos en el entonces diario 26, a finales de la década del 80 del pasado siglo y siempre tratábamos de imponer nuestra posición diferente en la forma de utilizar el color rojo con mayor cordura, pero sobre todo, sustentados en los conocimientos que teníamos del diseño y huyendo quizás demasiado de la norma que existía, muy generalizada, del uso del rojo de forma indiscriminada.
Cada vez que estábamos de cierre Elmer me decía “hoy rojo solo el machón”, en forma de broma, pero como para dejar sentado que lo utilizaríamos adecuadamente, y ese día quizás se nos fue la mano de acuerdo con los conceptos de los demás colegas del Consejo de Dirección, a quienes les encantaba el rojo, y todos los titulares de ese día lo utilizábamos en negro, pero basados en la sobriedad y un estilo que había que reconocer por los demás elementos gráficos usados, y un equilibrio evidente de los cuatro cuadrantes de la comunicación visual.
Así, ya con la primera diseñada, mirábamos con agrado nuestra obra, convencidos de que habíamos logrado algo diferente y bien pensado, y comentábamos el impacto que causaría la circulación de aquella edición del diario 26, cuando llegó Ramiro Segura, el director, a echarle un vistazo a la cara del medio.
- ¿Quién se murió? –preguntó Segura con cara de pocos amigos.
- ¿Cómo que quién se murió? –respondí.
- Sí, porque si la primera solo tiene rojo el machón es porque estamos de luto o ha pasado algo.
- No, Ramiro, es un estilo que se usa en el mundo –traté de explicar, pero el Director me paró en seco.
- En el mundo puede ser, pero aquí no.
- El problema es que nos avisaron que debíamos ahorrar el rojo porque no hay tinta –se atrevió a bromear Elmer con su cara muy lúcida y la ironía que siempre lo ha caracterizado.
- Elmer, esto es serio –volvió a decir Segura-. Ahora mismo me vuelven a hacer la primera plana y sin inventos –sentenció el director y nosotros tuvimos que recomenzar con nuestra labor, con formato y diseño nuevo, cargado de rojo.
Cuando Segura se marchó, Elmer me dijo: “ahora vamos a poner en rojo hasta las fotos”.
La anécdota corrió de boca en boca y los jodedores no cesaban de meterse con nosotros y cuando nos veían juntos comenzaban con los más diversos chistes desde que cambiáramos el color del machón hasta las más inesperadas bromas.
Elmer siempre fue –es- un tipo mente rápida para captar y trasmitir ideas. Aun cuando alguien pensaba que él estaba inmerso en sus formatos y diseños tenía el don de estar atento a todo lo que se conversaba y pasaba a su alrededor, y al menor descuido metía su “cuchareta” y se desembarcaba con frases y pensamientos únicos, emblemáticos, como aquella cuando Pancho Valdés, uno de los correctores trataba de justificar un error en un texto del reportero Juan Morales Agüero, en el que Pancho había “rectificado” Carrillón por el Carillón original y correcto escrito por Morales, y cuando Valdés ya apenado le confesaba a su interlocutor que había tratado de corregir un error, Elmer, sentado tranquilamente ante uno de los formatos de una página le espetó a la cara: “es decir, Pancho, que trataste de corregir y lo que hiciste fue cagarla”.
Más de 30 años dedicó Elmer al periódico 26, desde que dejó de ser fundidor en varias industrias para convertirse en formatista del diario, como alumno de Antonio Morales en sus inicios, y como profesor después de todos los que se acercaban a la especialidad en la que dejó una bella hoja de servicios.
Hoy, más viejo y jubilado, con nietos y biznietos sobre sus piernas, sigue siendo un lujo hablar con él, sobre todo para recordar y reírse con las mil anécdotas del emblemático diario 26 convertido después en semanario, de las cuales fue protagonista en un alto porcentaje junto al colectivo, pero sobre todo para comprobar que a pesar de los años él sigue siendo Elmer mente rápida.
Escrito por Miguel Díaz Nápoles.
sábado, 22 de agosto de 2020
Las Tunas.- La tragedia sigue haciendo
de las suyas en la comunidad periodística tunera. En la tarde de este 22 de
agosto falleció aquí Elmer Almaguer, un jubilado del Semanario 26, quien dedicó varias décadas de su vida al oficio de formatista desde los tiempos en
que los textos periodísticos se «paraban» en letras de plomo antes de ser
impresos y la publicación se «tiraba» el taller de la calle Colón.
Elmer fue todo un
personaje en el gremio, fundamentalmente por su aguzado sentido del humor. De
las circunstancias más increíbles era capaz de construir un chiste inteligente
y de hacerlo público con una economía de palabras asombrosa. Algunas de las
anécdotas más simpáticas del colectivo lo tuvieron a él como protagonista, y se
han repetido por años sin que ninguna se haya desgastado por el uso.
En 26 era una imagen familiar verlo en su
mesa de trabajo, mientras calculaba los espacios y distribuía los materiales de
la próxima edición en una plana en blanco con la ayuda de su inseparable tipómetro,
una regla metálica graduada que nadie como él sabía manejar. «Elmer, quiero que mi trabajo vaya aquí»,
señalaba un colega sobre la plana. Y él lo complacía. «La foto, en vez de ahí,
colócala aquí», le pedía otro. Y también. Nunca una mala cara. Jamás un gesto
adusto.
Se acogió a la
jubilación hace alrededor de una década. En apariencias estaba bien, pero él
sabía que no, y la enfermedad no demoró en aparecer: Mal de Parkinson. Nunca
más volvió a ser el mismo. Muchos de sus compañeros de trabajo lo visitábamos y
hasta celebramos un cumpleaños. Pero el deterioro físico continuó hasta que hoy nos llegó la triste
noticia. Tenía al fallecer 76 años.
Las colecciones del
Semanario 26 —incluyendo la época de periódico diario— agradecen su diseño a las manos laboriosas y creativas de Elmer. El
ejemplo y el anecdotario que dejó lo sobrevivirán. Sus compañeros, colegas y
amigos le deseamos descanso eterno.