Sin lugar a dudas, que para el año recién iniciado, se abren una serie de incógnitas, que solamente el tiempo se encargará de despejar.
En el plano
internacional, la mirada de los terrícolas se concentra en la evidente crisis
que afecta la economía mundial, el
decrecimiento de la producción, el aumento en los precios de los alimentos, la
emigración descontrolada hacia los países desarrollados, la lucha contra el
terrorismo y los peligros de una nueva y devastadora confrontación bélica a
escala mundial.
A ello se unen
otros asuntos mundiales aún no resueltos,como son los riesgos del cambio
climático, el crecimiento de de las organizaciones extremistas que estimulan el
terror, la desigualdad cada vez más abismal entre ricos y pobres y el papel que
jugará en los mismos el nuevo gobierno de Estados Unidos.
Para muchos
está claro, que Donald Trump, un habilidoso hombre de negocios, que llegó a la
presidencia de ese país tras una campaña publicitaria cargada de
discriminación, xenofobia, excentricidades y declaraciones desconcertantes, es
parte de esa gran incógnita.
Se trata de un
hombre, sin ninguna experiencia política, rodeado de un equipo de colaboradores
de conocida trayectoria reaccionaria, y apegados a ideas notoriamente
retrógradas en cuanto al futuro de su país y sus relaciones internacionales.
Con ese
discurso chovinista y chantajista captó el favoritismo de millones de electores
ansiosos de cambios sustanciales en las estructuras del sistema norteamericano.
En ese
contexto, los cubanos iniciamos una nueva etapa de la Revolución, que no estará
exenta de dificultades, pero con la
convicción de no retroceder en el camino transitado hasta aquí.
Nos acompañarán
las enseñanzas y el legado de Fidel, el ejemplo del presidente Raúl Castro y la combatividad de las nuevas
generaciones de compatriotas, forjadas en un permanente combate por nuestra soberanía
e independencia nacional.
Las nuevas
relaciones Cuba-Estados Unidos, iniciadas por la administración del saliente
mandatario estadounidense, forma parte de un grupo de preguntas que flotan en
el ambiente y sobre el cual se desconoce a ciencia cierta, que rumbo tomará el
señor Trump, sus colaboradores y la mayoría republicana en el Congreso.
Lo cierto es, que mientras se despejen las interrogantes en
torno a las nuevas políticas del país más poderoso del mundo, los cubanos
continuaremos impulsando con renovados bríos, los proyectos encaminados a la actualización de
nuestro Socialismo, conscientes de que lo haremos en un mundo lamentablemente
complicado.
Lo más
importante, es que tenemos una obra que defender, un proyecto que impulsar y
una ruta trazada para los próximos años, que nada ni nadie nos hará
abandonar, por grandes que sean los
retos y dificultades.
Por: Luís Manuel Quesada Kindelán.