miércoles, 8 de febrero de 2017


Los detractores del proceso revolucionario cubano, no se cansan de esgrimir en sus campañas contra nuestro país, el manido argumento sobre la supuesta violación de los derechos humanos y la  “libertad de prensa” en nuestro país.
Sin embargo, desde que triunfó la Revolución en 1959, resultan incuestionables los avances de nuestro país en esa materia, como también son irrebatibles,  la participación ciudadana en el ejercicio de la democracia socialista y el acceso de la población a los medios públicos de difusión. 
Hay que ser bastante desconocedor de la Revolución Cubana o estar completamente comprometido con los grandes consorcios  de la información, para promover o hacerse eco de las falsedades relativas al ejercicio de los derechos humanos en Cuba.
Si fueran ciertas sus afirmaciones,  estarían muy equivocados  la mayoría de los países miembros de  Naciones Unidas, cuando han elegido a  Cuba durante  varios mandatos, como integrante del Consejo de Derechos Humanos de ese organismo internacional.
En el sector periodístico, tenemos numerosas razones para demostrar la justeza de las decisiones adoptadas en los primeros años de Revolución, cuando los antiguos jerarcas de los medios abandonaron el país, para aliarse con los Estados Unidos en sus pretensiones de restaurar el antiguo régimen.          
La nacionalización y el traspaso de la prensa escrita, las plantas de radio y los canales de televisión a manos de sus trabajadores, fue la resultante de una política hostil, difamatoria y entreguista de aquellos medios privados, amparados por la llamada “libertad de prensa”.
Surgió entonces en Cuba, una forma diferente de hacer periodismo.
A los profesionales de la información,  se unió un gigantesco destacamento de corresponsales y colaboradores voluntarios, seleccionados en sus respectivos centros de trabajo, planteles  estudiantiles, organizaciones sociales  y comunidades, encargados de reportar el acontecer de cada lugar, así como las opiniones y los señalamientos de la población.
Nunca antes existió un movimiento tan masivo, en el que participaran millares de hombres y mujeres en la confección de la prensa escrita, radial y televisiva.
Lo hacían, porque se les otorgaba ese derecho y porque estaban conscientes,  de que defendían una causa justa. 
Muchos de ellos, con el tiempo fueron superándose y pasaron a engrosar las redacciones informativas en diarios, revistas y emisoras de radio y televisión.
Aquella tradición se mantiene hasta nuestros días, cuando NO solo muestran el protagonismo del cubano.
También son reflejo de sus críticas, opiniones y argumentos en todas las esferas de la sociedad, con el mayor respeto y profesionalidad, sin insultos, difamaciones, ni mentiras.
Esa es la prensa popular que tenemos y la que defendemos.  


   Por: Luís Manuel Quesada Kindelán.


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