Falleció en Las Tunas el reconocido periodista tunero Nelson
Marrero Pupo, Premio a la Obra de la Vida Rosano Zamora Paadín que otorga la
Unión de Periodistas de Cuba.
Las Tunas. Me disponía a escribir uno de mis habituales
Apuntes cuando conocí la triste noticia.
Había dejado de existir un entrañable amigo, compañero y
colega de profesión: Nelson Marrero Pupo.
Lo conocí en aquellos agitados tiempos de los años 60 del pasado
siglo, cuando desde “La Guinea”, una conocida comunidad rural del municipio
tunero de Manatí, se estrenaba en la meritoria labor de corresponsal voluntario
y futuro periodista.
De procedencia humilde, había transitado por numerosas
labores de la agricultura hasta convertirse, a golpe de sacrificios, en un
eficiente trabajador de la contabilidad.
Constituyó una numerosa familia, a la cual se dedicó con
esmero, mientras continuaba insistente en sus propósitos de ingresar
definitivamente en el sector periodístico: y lo logró.
La cobertura periodística a la zafra de 1970, fue su primera
prueba de fuego, pero después vendrían muchas más, reportando desde distintos
lugares de la actual provincia de Las Tunas.
En ese constante andar tras la noticia, la atención a sus
hijos y nietos, encontró el tiempo para leer, estudiar y ser uno de los
primeros de la antigua provincia de Oriente en aprobar los exámenes e ingresar
a la Universidad de Santiago de Cuba, para obtener el título de Licenciado en
Periodismo.
Combinando el estudio con el trabajo, lo vimos reportando
para los periódicos y emisoras de Las Tunas y Puerto Padre y el diario
provincial “Sierra Maestra”.
Fue de los que aceptaron el reto de fundar el cotidiano
“VEINTISEIS” en la capital tunera, y dejar en su redacción y talleres largas
jornadas, que se extendían hasta altas horas de la madrugada.
Aún después de jubilado noabandonó por un instante sus
inquietudes periodísticas, escribiendo notas y artículos para los medios
provinciales, sobre otra de sus grades pasiones: la Historia local.
Así te recordamos Nelson, como el combatiente de numerosas
batallas, el amigo sincero, el eterno inconforme con lo realizado, el colega
locuaz, crítico y autocrítico, el revolucionario sincero.
Al abandonarnos, por esa ley ineludible de la vida, nos deja
el ejemplo que constituyó su permanencia entre nosotros.
Por: Luís Manuel Quesada Kindelán / Foto: Angel Luis