Todas las ciudades del mundo cuentan con su propio escudo. Se trata de la insignia heráldica que las identifica, y en cuyo diseño suelen incluirse –simbólicamente– algunos de los hechos más relevantes y trascendentales de su historia. El escudo es como una suerte de carta de presentación para mostrarles a los visitantes.
El escudo de armas de la capital tunera tiene larga data. Su origen data de 1937, cuando el Alcalde de la por entonces llamada Victoria de Las Tunas, Don Gerardo Plasencia Márquez, convocó a los artistas a un concurso que dotara a la ciudad de uno que reflejara las luchas y tradiciones de su pueblo a lo largo de su historia.
Seis artistas locales respondieron a la convocatoria. Fueron ellos Eligio Orive Bello, Héctor Hernández Cabrera, Enrique Chela, Manuel Hernández Castellanos, María Dupont y Cruz Medina de la Cueva. Los miembros del Ayuntamiento Municipal evaluaron las muestras y, el 9 de enero de 1939, decidieron otorgar al Primer Premio a Cruz Medina, “por la belleza e integralidad de su obra”.
El currículo de esta artista tunera de la época era excelente. Su afición a la pintura y a la escultura la había hecho merecedora de reconocimientos. Entre sus obras resaltaban el Cristo crucificado que se encuentra en la Iglesia San Jerónimo. Y varias otras producciones engalanaban dependencias y sitios de la ciudad.
La obra heráldica entregada por Cruz Medina se convirtió así en el Escudo Oficial de la Ciudad y comenzó a aparecer por diferentes sitios. En 1945, en tiempos de la alcaldía de José Hernández Cruz (Pepillo), tuvo amplia divulgación. Los papeles, sobres y cuños oficiales del Ayuntamiento fueron timbrados con su imagen.
El 12 de julio de 1948, una Resolución de la Alcaldía ordenó colocar una réplica del escudo en la fachada del Palacio Municipal. Según Víctor Marrero, Historiador de la Ciudad, fue tallada en piedra de cantería por el marmolista Nicasio Mensa Porta. Se develó el 28 de agosto de 1949, en ocasión del 51 aniversario del asalto, toma e incendio de la ciudad por las tropas del Mayor General Calixto García. En las navidades de ese año, los periódicos locales Número y La Lucha engalanaron sus portadas con la imagen del escudo.
El Escudo de Las Tunas tiene cuatro cuarteles o departamentos:
En la parte superior izquierda aparece la figura de una abeja, que simboliza la laboriosidad del pueblo tunero. Esa área es de color azul, como el mar, el cielo y tres franjas de la bandera nacional.
En la parte superior derecha figura la imagen de una llave, que representa la posición geográfica que ocupa Las Tunas, entre el legendario Camagüey y el indómito Oriente. El cuartel tiene fondo rojo, como la sangre derramada y el triángulo de la enseña.
En la parte inferior izquierda figura una ceiba, el árbol pródigo que cobijó a nuestros mambises y alrededor del cual se fundó la ciudad. Este símbolo de nuestra flora autóctona está insertado dentro de un contexto de tonalidades verdes, propio de nuestro entorno.
En la parte inferior derecha aparecen las ruinas del cuartel de las 28 columnas, antiguo bastión militar del colonialismo español en la ciudad. Simboliza la derrota de España También aparece la imagen de una mujer, recurrente en nuestras luchas. Además, una hoguera, símbolo de las veces que fue quemada la ciudad. La tuna resulta una sugerencia acerca de por qué se llama así esta comarca.
Al pie del escudo se lee un fragmento de la frase dicha por el Mayor General Vicente García González el 26 de septiembre de 1976, cuando, al incendiar la ciudad, dijo: “Tunas, con dolor en mi alma te prendo candela, pero prefiero verte quemada antes que esclava.” De ahí el texto heráldico: “quemada antes que esclava”.
Por Juan Morales Agüero