Del 20 de octubre de 1868 dijo nuestro José Martí en el
periódico Patria, en 1892: "Para que lo entonen todos los labios y lo
guarden todos los hogares, para que corran de pena y amor las lágrimas de los
que lo oyeron en el combate sublime por primera vez; para que espolee la sangre
en las venas juveniles, el himno a cuyos acordes, en la hora más bella y
solemne de nuestra Patria, se alzó el decoro dormido en el pecho de los
hombres".
El martes 20 de octubre de 1868 las tropas mambisas
comandadas por Carlos Manuel de Céspedes ocuparon la ciudad de Bayamo, 10 días
después de que este propio patricio se alzara en armas y le diera la libertad a
sus esclavos en su ingenio La Demajagua ¡Qué gran estímulo aquel para la causa
cubana, empeñada en sacudirse de encima y para siempre el yugo colonial!
¡Cuánto se dignificaron los hombres que lo promovieron!
Cuentan que los bayameses, eufóricos por el suceso,
comenzaron a tararear cierta marcha revolucionaria compuesta por un abogado
local. No se conformaron con eso, sino que pidieron al propio abogado – Perucho
Figueredo – una letra para cantarla. "Y él – asegura un estudioso del
hecho -, montado en su caballo, la escribió para que pasara de mano en
mano."
Aquella marcha nombrada La Bayamesa, con una letra de franco
corte revolucionario, devino himno primigenio
en tan gloriosa jornada. Tres décadas después, al concluir la contienda
hispano-cubano-norteamericana, el también llamado Himno de Bayamo fue
reconocido como nuestro Himno Nacional. La trascendencia del acontecimiento
hizo que el Gobierno Revolucionario instituyera el 20 de octubre como el Día de la Cultura Cubana.
Los historiadores consideran que aquel himno de 1868, en
tanto "canto pleno a la insurrección libertadora y a la abolición de la
esclavitud, (...) además de expresión y símbolo más alto y genuino de nuestra
cultura nacional", protagonizó, precisamente, uno de los primeros grandes
actos culturales y nacionales de nuestra historia patria en el más amplio
sentido.
Nuestro José Martí insertó su letra combativa y fogosa en
las páginas de Patria, el órgano del Partido Revolucionario Cubano, el 25 de
junio de 1892. Dijo entonces el Apóstol que lo hacía "para que lo entonen
todos los labios y lo guarden todos los hogares; para que corran, de pena y de
amor las lágrimas de los que lo oyeron en el combate sublime por primera vez;
para que espolee la sangre en las venas juveniles, el himno a cuyos acordes, en
la hora más bella y solemne de nuestra patria, se alzó el decoro dormido en el
pecho de los hombres." ¿Aprecia el
lector cuánta belleza y honor comulgan en lo dicho?
Podemos decir que los ingredientes fundamentales de nuestra
cultura se fundieron aquel 20 de octubre de 1868 en la mil veces heroica ciudad
de Bayamo. En tal sentido, se trata de una fecha histórica y cultural a la vez,
porque, como se ha dicho ya, "el Día de la Cultura Cubana conmemoramos la
ocasión en que nuestro Himno Nacional se
cantó por primera vez, alimentó el patriotismo del pueblo, encendió a los
combatientes por la independencia e hizo brotar más avanzado y radical nuestro
pensamiento revolucionario." No podía escogerse mejor fecha Según lo
estipula el decreto No. 74 de 1980 firmado por el Comandante en Jefe Fidel
Castro, aquel día de combate y arte representaría el Día de la Cultura Nacional.
En estos tiempos que corren, donde la guerra ideológica que
sostenemos con el imperio más poderoso de la historia nos compulsa a
incrementar por las más insólitas vías nuestra cultura, vale recordar la letra
del Himno de Bayamo, compuesto un día como hoy, hace casi 135 años: Al combate
corred, bayameses / que la Patria os
contempla orgullosa. / No temáis una muerte gloriosa / que
morir por la Patria es vivir. / En cadenas vivir es vivir / en
afrenta y oprobio sumido. / Del clarín escuchad el sonido / ¡A
las armas, valientes, corred! ./
Por Juan Morales Agüero