Las Tunas.- «Estamos de luto» inicia la nota que publica el
Ejecutivo Provincial de la Upec en Las Tunas por el fallecimiento este domingo
del consagrado periodista Enrique José Villegas, jubilado de la Emisora
Provincial Radio Victoria con una amplia trayectoria profesional y
revolucionaria.
El Ville, como le decían sus colegas, cumplió ayer 7 de
julio sus 70 años, y murió tras enfrentarse por meses a varios padecimientos
que deterioraron su salud y le provocaron una falla cardíaca.
Sus restos están tendidos en la Funeraria La Nueva de la
capital tunera, y su ataúd está cubierto por la bandera cubana, que honra a los
combatientes de la Revolución. El sepelio será a las nueve de la mañana del
lunes.
Enrique José Villegas inició su vida profesional desde la
etapa estudiantil cuando en 1968 laboró junto a Antonio Moltó Martorell en el
canal Tele Rebelde desde Santiago de Cuba, al dirigir el programa Ofensiva en
la Producción.
Concluyó la carrera de periodismo en 1973 se incorporó a la
Agencia Prensa Latina, en su sede central de La Habana, para cumplir el
servicio social. En la capital laboró varios años y luego se trasladó a Las
Tunas.
En la Emisora Radio Victoria contribuyó a la formación de
más de una generación de periodistas, y recibió por ellos disímiles
reconocimientos por su destacada labor como radialista.
Por: Redacción Ecotunero Fotos: Angel Luis
Sus colegas Miguel Díaz Nápoles y Yenima Díaz Velázquez
escribieron sobre él.
Personajes de mi gremio: El Perro
Por Miguel Díaz Nápoles
No sé a ciencia cierta el porqué Enrique José Villegas se
auto nombra El Perro. Ni lo sé, ni quiero preguntárselo para saldar mi duda.
Prefiero mantener mi idea vaga sobre eso, porque a fin de cuentas el Ville,
como le decimos algunos amigos y colegas es una de las mejores personas que he
conocido en mis años por este convulso mundo.
Recuerdo cuando yo trabajaba en el diario 26, en la calle
Colón 157, justamente donde se encuentra hoy la emisora provincial Radio
Victoria, que para aquel entonces (años 80 del pasado siglo), estaba en la
calle Francisco Varona, frente a la emblemática Plaza Martiana.
En el periódico teníamos un comedor donde se vendían
suculentas meriendas, y El Perro y sus colegas, que no tenían la posibilidad en
su emisora, todos los días llegaban hasta 26 para saciar sus ansias de comer, y
entonces él, gordo, comilón y paradigmático, se paraba en la puerta de la
cafetería y decía: “¡llegamos a la abundancia!”, y engullía de todo lo que
había, que no era poco, incluida una decena de bolas de helado de chocolate.
Ese es el primer recuerdo que tengo de El Perro, o el Ville,
aunque por supuesto, con la certeza de que era uno de los mejores reporteros de
Radio Victoria, siempre con el criterio en el disparador, para analizar
cualquier problema que afectara al pueblo, una práctica que ha cumplido
rigurosamente hasta hoy, en su posición de redactor a cargo, entre otras muchas
tareas, de las quejas de la población.
Ya cuando llegué de novato a la radio, en los primeros años
de la década del 90, me acerqué a él y a Oscarito Herrera para evacuar mis
dudas, darles mis textos para que los corrigieran y pedirles consejos
constantemente con el objetivo de adentrarme en tierra firme en el fascinante y
difícil mundo de este medio de comunicación masiva, que te atrapa una vez que
llegas a él.
Villegas y yo siempre hemos sido amigos, aunque
constantemente estamos discutiendo por problemas de trabajo, aunque me haya
bloqueado de su perfil de twitter para que no sepa nada de él en esa red social
(“porque me echa palante con los jefes”), aunque esté en desacuerdo con algunos
de mis planteamientos, a los que él considera absolutos, porque “yo me creo el
dueño de la verdad”. Y ya cuando la discusión no tiene arreglo me espeta a la
cara: “ganaste, yo no discuto con las niñas”.
En materia profesional, El Perro es uno de los mejores
periodistas que he conocido en mi bregar por esta profesión. Obsesivo con un
tema determinado, atento siempre a lo que anda mal y afecta a la sociedad,
incisivo en el manejo de las yuxtaposiciones, exquisito en la búsqueda y
ubicación de las informaciones de mediana y alta intensidad para captar la
atención del oyente, líder de opinión en la red social Twitter, maestro en lo
que a un noticiero se refiere (él fue el creador de Impacto, “como un
disparo”), él es uno de los imprescindibles en cualquier redacción radial
porque rinde por cinco, tanto en lo profesional como en lo personal.
De ahí que sus colegas todos estuvimos en vilo cuando hace
ya algunos años fue operado del corazón en La Habana, y todos nos alegramos el
día de su regreso triunfal porque no ha cambiado en nada su ritmo de trabajo y
en su forma de ser, y en verdad su tratamiento de por vida solo lo molesta
cuando ve algo de comer que él no puede ingerir por prescripción médica, y
entre lastimoso y gracioso huele y dice: “qué rico”, y se aleja a toda prisa de
lo prohibido.
Por ser tan quisquilloso, a cualquier hora y cualquier día
(incluyendo los domingos) El Perro llama a los jefes por teléfono a su casa
porque algo anda mal en la Redacción. Y entonces el clamor es generalizado
entre los directivos: “¿Y Villegas no piensa jubilarse?”.
Mas, en el fondo, ellos y todos sabemos que el día que eso
suceda quedará un vacío muy difícil de llenar en la Redacción informativa,
porque redactores-reporteros como El Perro no abundan al doblar de la esquina,
por su experiencia, sus conocimientos, sus deseos continuos de que todo salga
bien, por sus ansias de perfeccionamiento y, sobre todo, por su altruismo sin
límites y su preocupación constante por los demás.
Pasiones en el alma de un arqueólogo tunero
Por: Yenima Díaz Velázquez
El afán por descubrir lo que no se ve a los ojos de los
demás y una historia familiar motivaron al periodista de la emisora provincial
Radio Victoria, de Las Tunas, Enrique José Villegas Arias a insertarse en el
mundo de la arqueología, un hobbie que supo combinar con el periodismo, sus dos
grandes pasiones.
El 17 de septiembre se celebra el Día del Arqueólogo cubano,
por la constitución, en 1937, de la Comisión Nacional de Arqueología, más tarde
Junta Nacional de Arqueología y Etnología, y es esa una razón para deleitarnos
con las anécdotas y enseñanzas que transmite Villegas en cada una de sus
palabras.
“La amo desde mi niñez. Yo me crié en la casa de mis
tatarabuelos y bisabuelos, en Puerto Padre, y era una casa llena de historia sobre
los cubanos. Recuerdo que mi primer
encuentro con esta cuestión de la etnología eran unos cepos de esclavos, que
fueron de las propiedades de mi familia en la época de la colonia
Aquello siempre me motivó.
Y después, cuando se hicieron las calles, frente a mi casa se empezaron
a encontrar muchos cartuchos de guerra, grilletes, machetes y otros
objetos. Por eso fui motivándome a la
arqueología. También influyó que en mi
pueblo estaba el Fuerte de La Loma, lo que motivaba la imaginación de aquel
muchachito, con antecedentes de mambises en la familia”.
Varios lugares de Las Tunas son testigos del paso de este
hombre, aunque en ellos no se hayan encontrado evidencias arqueológicas. Por
eso anduvo de aquí para allá haciendo un rescate de los objetos que se
encontraban superficialmente o que ya poseían algunos vecinos de esos sitios.
“Maniabón fue una escuela para nosotros en el sentido de que
allí encontramos una aldea aborigen, tal y como la describieron los
colonizadores. Cuando han picado caña te
paras en ese lugar y la ves con nitidez.
También caminé hasta La Pedrera, Cascarero, Santa María, San Manuel, el
Cerro de Caisimú, Yariguá, Majibacoa y Cayo Puerco, donde encontramos un
enterramiento aborigen con todo el ritual funerario. Y toda la parte sur de
Jobabo, especialmente la Laguna de Virama”.
En el proceso investigativo de un arqueólogo se viven
numerosas experiencias, en el descubrimiento y señalización de evidencias.
“En Los Caneyes, en la zona de Zabalo, nos encontramos un majador aborigen, una
preciosa pieza arqueológica, que es un cono negro de piedra, utilizado por los aborígenes
para majar; o sea, para triturar los granos sobre una superficie pétrea. También fue impactante la visita que hicimos
a la llamada Callecita de los Indios, posible lugar de un llamado pueblo
palafítico, que existió ahí. Eso es un
rectángulo de arena de dos a tres metros de ancho por seis de largo, que se
introduce en la parte de la ciénaga.
Lamentablemente, los ciclones han modificado la topografía del terreno
pues los pobladores del lugar aseguran que durante el ciclón Flora todavía
quedaban los troncos sobre los cuales se erigían las casas de esos aborígenes”.
Con la pasión que sale a borbotones de su alma cuenta que
“en la búsqueda de evidencias, uno pierde un poco la dimensión del tiempo y el
espacio. Una vez estaba buscando
vestigios arqueológicos y no me di cuenta y pisé una pequeña área húmeda que
pensé que era un pequeño charquito y era una tembladera. Cuando traté de sacar el pie me fui hasta la
cintura y seguía hundiéndome. Menos mal
que me acompañaba un combatiente de Guardafronteras y me pudo salvar con una
soga que hizo con su cinto y la cuerda del fusil”.
Ferviente amante de la arqueología, nos cuenta otras
experiencias.
“En la zona de Zabalo están las ruinas del llamado Fuerte de
la Zanja, un antiguo cuartel español para evitar que por la zona llegaran
refuerzos para los mambises que luchaban contra España. Haciendo excavaciones, en la parte que aún no
ha tapado el mar, encontré monedas de oro.
También hallé un idolillo maravilloso, una joya de la arqueología
tunera, hoy creo que desaparecida luego de entregarlas al Museo Municipal de
Jobabo. Era un ave que venía volando y que parecía que se iba a posar en una
rama, con las alas recogidas y el cuello ligeramente encorvado. Estaba hecha con el núcleo de un Strombus
gigas o caracol cobo, como se le conoce”.
Por ser profundo conocedor del tema, valora de triste el
futuro de la arqueología en el territorio.
“Porque al fallecimiento de muchos compañeros que empezamos
esta tarea en Las Tunas, no hay instituciones que asuman lo que ya hicimos y
que costeábamos nosotros mismos. Sugiero
que se induzca a los jóvenes en esta disciplina; pero, atendiendo a que esta
actividad se haga con personal capacitado para que no se vaya a destruir lo
mucho o poco que queda de estos sitios arqueológicos de la provincia”.
En el día del arqueólogo cubano recuerdo que Villegas Arias
supo combinar el periodismo con la arqueología y que es merecedor del
reconocimiento de los tuneros por ser uno de los principales donantes de
evidencias aborígenes y de la colonia al Museo Provincial Vicente García
González.