Podría evocar el lechón asado, típico del 31 de diciembre.
¡Ah, qué delicia! Cualquiera claudica ante los efluvios de un marrano recién
bajado de la vara. Y si es el pellejito crujiente y lustroso de grasa... Bueno,
¡por favor!
Pero no. Escribiré sobre lo que entraña para una persona
desprender la última hoja del almanaque. “El final es solo el comienzo”, dijo
alguien. Y sí, es un excelente pretexto para la introspección y para sondear
derroteros inéditos en esta variopinta existencia que nos ha tocado vivir.
¿Y si converso de lo bueno y de lo malo que hicimos en los
12 meses? Una de cal y otra de arena. Sería un ejercicio para clonar los
aciertos, aprender de los errores e intuir las acechanzas antes de que se nos
vengan encima. No es mío: “Quien olvida su pasado está condenado a repetirlo”.
Un buen tema sería comentar qué nos espera en el 2019. Los
cubanos interrogamos el porvenir sin contraer el entrecejo. Si somos los
actores de la actualidad, ¿quién mejor que nosotros para modelarnos lo
ulterior? Hay que labrar un buen presente para tener un bonito pasado en el
futuro.
Los hijos… ¡Claro! Anhelamos para ellos un período que
semeje un gran mural, donde cada pincelada resulte metáfora para mejorar su
entorno y para mejorarse ellos mismos. Lo aseguró Paulo Coelho: “Las personas
cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las
cosas”.
¿Y un nuevo año que debute sin el estruendo de los
conflictos bélicos? ¿Y si todos los contendientes firmaran la paz? Hacer el amor y no la guerra, como pedía John
Lennon. ¡Cuánta miseria y cuánta pobreza se atenuaría en el globo terráqueo con
lo que se malgasta en misiles y bayonetas!
Podría hablar de la felicidad. Es posible, cómo no. Y del
mágico efecto que produce una sonrisa en estos tiempos de ofuscación. Y de lo
que representa encontrar cuanto antes los valores extraviados. Y del apuro
porque lo espiritual prime otra vez sobre lo material. Y de esto y de aquello…
Pero las musas no se dan por enteradas y el tiempo apremia.
“La inspiración tiene mucho de transpiración”, aseguró Hemingway. Es cierto,
solo el esfuerzo corrobora la certeza del horizonte. Así que libero a mis
neuronas y me voy con estas notas. Si son “algo distinto” o no, ya me lo dirán.