El impacto de las nuevas tecnologías sobre las prácticas profesionales que sobreviven en la contemporaneidad cada día nos sorprende. Ahora resulta que la también llamada «inteligencia artificial» puso sus digitalizados ojos sobre nuestra profesión.
Así, la Asociación de la Prensa del Reino Unido (PA) -junto con la empresa de datos Urbs Media- ha desarrollado un programa llamado «Reporteros, datos y robots», conocida por su sigla RADAR, capaz de construir historias para los medios de comunicación mediante la recopilación automática de la información contenida en las fuentes de datos abiertas.
«Los robots nos están pisando los talones -me comentó, compungido, un colega, al enterarse de la noticia por un sitio de Internet-. Harán que nos quedemos sin trabajo, porque, al paso que van, a la vuelta de unos años serán ellos quienes hagan las coberturas, escriban las reseñas, hagan las fotografías y firmen todo con sus créditos». Acto seguido, me soltó una perorata acerca de que el intrusismo en nuestra profesión ha llegado a un grado tal que hasta los robots se creen con derecho a llamarse periodista. «Es el colmo, compadre», me dijo.
Lo tranquilicé como pude y le aseguré que el problema no es como para escandalizarse ni alarmarse, y mucho menos para oponerse de plano a su incidencia, porque, ¿quién puede detener el desarrollo impetuoso de la ciencia y la técnica? ¿Acaso las nuevas tecnologías no han irrumpido también en otros campos del saber? Ningún sector queda al margen, y en todos está dejando una impronta positiva.
«Mira –le dije a mi atormentado compañero de profesión- los robots en el área periodística nunca serán nuestros suplentes, sino nuestros colaboradores. Y como tal debemos verlos. Más que apartarnos a un lado, ellos facilitarán nuestra labor. No hay tal amenaza, sino una propuesta que no debemos desdeñar. Así que, por favor, tranquilízate, porque tus competencias en la redacción aún no corren peligro».
Acto seguido, le asesté una estocada que lo dejó sin argumentos. «Mira, ¿crees que alguna vez un robot, por muy tecnificado que esté, será capaz de escribir una crónica? No, nunca lo hará, ¿y sabes por qué? Porque carece de sensibilidad. Las máquinas nunca podrán apreciar ni aprehender el perfume de una flor, la pasión de un abrazo, la belleza de un paisaje o la excelencia de una sinfonía y luego volcar esas sensaciones en un texto. Un robot podrá elaborar un refrito con lo que nosotros hemos investigado, pero nunca podrá escribir un poema. Eso está reservado solamente para nosotros, los seres humanos».
Mi amigo se quedó sin palabras, y, luego de unos instantes de meditación, me dijo: «Sí, es como dices. Estoy de acuerdo contigo».
Por Juan Morales Agüero