La intensa labor revolucionaria de nuestro Héroe Nacional
José Martí, tuvo varios momentos
culminantes durante su corta, pero fructífera vida de solo 42 años.
La primera de ellas lo constituye, sin lugar a dudas, su
dedicación suprema a la causa por la independencia de Cuba, entonces, junto a
Puerto Rico, las únicas colonias del decadente imperio, que llegó a constituir
España en la actual región latinoamericana.
Tras diez años de la guerra iniciada en octubre de 1868, que
resultó devastadora y con notables inconvenientes, divergencias, victorias y
reveses, los insurgentes cubanos debieron aceptar la paz sin independencia y
comenzó entonces una etapa, conocida como la tregua fecunda.
Indiscutiblemente, que la figura más descollante de ese
período fue José Martí, quien desde muy joven sufrió prisión, el destierro y el
exilio por sus ideas independentistas.
La brillantez como intelectual, su profunda visión política
y consagración a la causa, además de la honradez a toda prueba, le merecieron
un enorme prestigio entre los curtidos combatientes de aquella guerra y los
emigrantes cubanos, dispersos por numerosos lugares de América.
Con formidable perseverancia logró convencerlos para
reiniciar la lucha armada en los campos de Cuba, unificarlos en torno a sus
ideas y se convirtió en el líder indiscutible
de la guerra necesaria, iniciada
el 24 de Febrero de 1895.
Para lograr ese propósito visionó como premisas fundamentales,
la creación de un Partido, que uniera a todos los patriotas y la existencia de
un medio de prensa, que se encargara de divulgar la justeza de la lucha de los
cubanos para liquidar el colonialismo español en Cuba y Puerto Rico.
Luego de numerosas reuniones, con los emigrantes y exiliados
de ambas islas caribeñas, el 10 de abril de 1892 se funda el Partido
Revolucionario Cubano, que proclamó entre sus principales objetivos lograr, con el esfuerzo reunido de todos los
hombres de buena voluntad, la independencia
absoluta de Cuba y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico.
El periódico “Patria”, fundado el 14 de marzo de ese propio
año en Nueva York, se convirtió en el órgano oficial del único Partido de los
revolucionarios cubanos, con el fin de exponer sus ideas sobre guerra, los objetivos a lograr tras la victoria e
informar las actividades del exilio cubano.
Martí fue, sin lugar a dudas, el alma de aquel
movimiento, que condujo al alzamiento del 24 de Febrero de 1895, al cual
se unió en abril y cayó combatiendo en mayo del propio año.
Los resonantes éxitos del Ejército Libertador durante la
contienda y su inminente victoria, se vieron frustradas por la intervención
norteamericana de 1898 y la instauración de una república mediatizada.
Las ideas del Apóstol no fueron olvidadas.
Acompañaron en sus luchas a varias generaciones
compatriotas, hasta que medio siglo, fue proclamado como el autor intelectual
del Asalto al Cuartel Moncada, la campaña guerrillera y la triunfante
Revolución Cubana.
Por: Luís Manuel Quesada Kindelán.