Cada aniversario del natalicio de José Martí, constituye para los cubanos una ocasión, no solo para recordarlo, fortalecer el conocimiento de su obra y rendirle los numerosos homenajes, que se suman a su permanente presencia en nuestro cotidiano quehacer.
Martí, aquel cubano que desde muy joven abrazó la causa por
la independencia de su patria, soportó los rigores de la prisión política y los
sinsabores del exilio.
En su corta y agitada vida, logró dotarse de una vasta
cultura, que le permitió brillar como escritor, periodista, poeta, diplomático
y político revolucionario.
Cuando cayó combatiendo por la independencia en los campos
de Cuba, había calado muy hondo en el corazón de quienes se apropiaron de sus
ideas en Cuba y en toda Latinoamérica.
Por eso, para los compatriotas de su generación y los que
les siguieron en el largo combate por la plena independencia y de nuestra América, fue, es y será
sencillamente Martí, o los numerosos apelativos con los que muchos lo identifican:
el Apóstol, el Maestro, el Delegado, el
Mayor General o nuestro Héroe Nacional.
Martí fue un verdadero profeta, un Apóstol de su causa, un
patriota sin fronteras, un revolucionario de su tiempo, un hombre de
extraordinaria energía y capacidad de trabajo, quien nos legó una amplia obra
política, literaria, y periodística,
forjada en condiciones de enormes estrecheces, persecuciones y peligros, que NO
doblegaron su firme voluntad y su compromiso con la Patria.
Si las ideas de nuestro Héroe Nacional, fueron el motor
impulsor de los jóvenes cubanos, que iniciaron la lucha por la definitiva
independencia de Cuba y nos han acompañado en todo el trayecto de la obra
revolucionaria, hoy están más presentes que nunca.
El escenario, que presupone nuestras futuras relaciones con
Estados Unidos nos mueve a revitalizar las numerosas reflexiones de Martí
acerca de este tema, entre ellas las expuestas con meridiana claridad, en carta
póstuma dirigida a su amigo Manuel Mercado, días antes de morir en combate.
“Viví en el monstruo y le conozco sus entrañas”, “Mi honda
es la de David”, escribió entonces para
las futuras generaciones.
Con anterioridad, en misiva a su compañero Gonzalo de
Quesada, expresaba: “De pensamiento es
la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento.
Ese mensaje martiano, a pocas semanas de su caída,
ratificaba lo expresado en su magistral ensayo “Nuestra América” cuando
expresaba que “trincheras de ideas pueden más que trincheras de piedras”.
En el aniversario 164 del natalicio de Martí, nuevamente
millones de improvisadas antorchas iluminarán a toda Cuba y no menos millones
de niños y adolescentes desfilarán para rendirle tributo en calles y plazas de
cada municipio.
Armados del pensamiento martiano y la obra de uno de sus
mejores discípulos, el inolvidable Fidel
Castro, marchamos los periodistas cubanos de estos tiempos.
Por: Luís Manuel Quesada Kindelán.