Colegas de toda Cuba:
Desde Santiago de Cuba, ciudad nacida con vocación de
heroísmo, hoy, día de la prensa cubana, proclamamos nuestra fidelidad a un
periodismo limpio, claro, veraz, creador, consagrado a servir a nuestros
compatriotas. Somos, nadie lo ignora, quienes registramos y evaluamos el acontecer buscando cuanto hay de nube en
la flor y cuanto de flor en la nube, según el imperativo de José Martí.
Por mandato profesional,
los periodistas vivimos con los ojos y los oídos arrimados a la
actualidad. Nada repugna tanto a nuestra oficio como las llamadas “historias
viejas”, noticias ya superadas, porque lo viejo, lo quedado atrás, nunca será
el contenido esencial de los medios de información. Pero también sabemos
distinguir la historia cotidiana, que pasa,
y la Historia que con caracteres mayúsculos se ha fijado en
el pretérito con inclaudicableproyección de futuro, para orientar y nutrir el decursar de la nación.
Por tanto, no podemos olvidar jamás que nuestra prensa, el
periodismo revolucionario, es decir, el periodismo que coadyuvó a que Cuba
transitara de la dependencia a independencia,
de la esclavitud a la libertad,
nació en estas tierras orientales, en esas montañas que parecen custodiar,
entre la neblina que las envuelve,
nuestra esencia de cubanos. Sí, en esas cordilleras,como en las
cordilleras del alma cubana, posee la nación su mayor reserva de valores
naturales, históricos y políticos.
Colegas:
Un día como hoy, 14 de marzo, el Apóstol, siguiendo con
modesta fidelidad a sus antecesores, fundó hace 125 años el periódico
Patriapara unir y preparar la guerra
necesaria de 1895. Y entre los
estampidos y el golpe metálico del machete resurgió el Cubano libre de la
manigua en la campaña de los Diez Años, para acompañar el nuevo y viejo grito de Libertad o Muerte.
Convengamos, pues, que presentes han de estar El Cubano
Libre, en sus dos épocas, y Patria. Y también El Habanero del padre Félix
Varela, y LaFraternidad, de Juan Gualberto Gómez, y El Acusador, de Fidel
pugnaz y joven líder, y Revolución, de la definitiva campaña por demoler
cuarteles y romper cadenas, nuevamente dirigidas desde las montañas.
Nunca, colegas, será acto inútil volver nuestro rostro hacia
esa Historia, y acercarnos a sus hechos, y a sus hombres y mujeres, para que cada uno de nuestros actos sean la garantía
de que nuestra identidad como pueblo, y como ciudadanos y profesionales cubanos,
se mantenga íntegra, inmune a la fragmentación.
De esos hombres, y de sus luchas con armas, pensamiento, letras y periódicos nacimos como nación.
Son muchas y diversas las tareas que nos exige la Historia y
el presente. Tenemos por delante la urgente tarea de cambiar el modelo de
prensa para responder a reclamos históricos de los profesionalesy de la
sociedad y, a la vez, dar respuesta a los profundos cambios culturales y
tecnológicos que vive hoy la comunicación en la era de la Internet y las plataformas
sociales.
El estilo de periodismo más profundo, más crítico, más
analítico que reclama nuestro pueblo, se evidencia ya en muchas de nuestras
publicaciones, fundamentalmente en los medios provinciales, que han ido dejando
a un lado el lenguaje apologético, el triunfalismo, la retórica compulsiva,
para dar paso a una expresión más realista, más razonada y más equilibrada de
las realidades que vive el país. Este es un logro indiscutible, que avalan
premios y reconocimientos que se han dignificado con la presencia de
reporteros, muchos de ellos muy jóvenes, que palpan cotidianamente la vida de
los cubanos.
No cerramos los ojos, desde luego, a la cantidad de
problemas, de deficiencias e insuficiencias que todavía tenemos. Hay zonas de
nuestra prensa con un lenguaje demasiado burocrático, conmemorativo, dominado
por los actos, por las actividades, por las efemérides y no por el valor
intrínseco de las noticias y los temas. En algunos momentos, las redes sociales han sido pasto de la
bronca solariega, la vulgarización o festinación de la crítica, el ataque
personal, la amenaza, las posiciones nihilistas o pseudorradicales, que crean
confusión y desorientación, cuando no faltan a la ética y a los principios más
elementales que constituyen la raíz de la tradición revolucionaria del
periodismo cubano.
Colegas,
El momento actual es crucial. Nuestros sueños de un
periodismo que se acerque más a los problemas y necesidades de los cubanos,
deben reivindicarse en hechos. Tenemos
que concretarlos en la realidad y precisar con mayor profundidad cómo lo vamos
a hacer en cada redacción, frente a nuestras audiencias que, como sabemos no
son pasivas y están más segmentadas que nunca debido a la multiplicidad de
opciones informativas y de pantallas, y tenemos que hacerlo de la manera más
eficaz posible y esa eficacia es imposible en los tiempos que corren sin la
ética y sin la ciencia.
Como sugería Julio García Luis, paradigma de periodista,
debemos seguir haciéndonos una pregunta esencial: ¿puede haber periodismo en el
socialismo? Para nosotros la respuesta es: sí, puede y debe haber un periodismo
de calidad. ¿Es fácil? No. ¿Es un problema resuelto? No. ¿Hay que buscar una
respuesta cubana a este problema? Sí. Comenta Julito en un texto memorable: “El
capitalismo, obviamente, no sólo ha desarrollado una experiencia en este
terreno, sino que posee determinadas ventajas. La irresponsabilidad que supone
la propiedad privada de los medios es una de ellas. Lograr que la prensa
nuestra, como parte del poder, sea capaz de aplicar de modo coherente el método
de la crítica y la autocrítica, y autocuestionarse constantemente, como parte
de la defensa y el perfeccionamiento de la obra de la Revolución, significa un
salto ético sin precedentes.”
Ese es nuestro horizonte, queridos colegas. Tenemos un
cuerpo de conceptos y herramientas teóricas, históricas y profesionales con las
que trabajar y no hay retroceso posible. Nuestra perspectiva es cada vez más
libertad, más amplitud, más responsabilidad y más profesionalidad.
Convocamos a cada redacción a pensar cómo transformar el
medio, qué servicios podemos proveer a nuestro pueblo, cómo podemos ayudar al
autosostenimiento de nuestra prensa sin convertirla en un negocio, de qué forma
podemos mejorar los procesos de comunicación y la retribución y las condiciones
de trabajo de nuestros profesionales. No nos desesperemos. El pueblo quiere
mejorar el socialismo y quiere una prensa mejor, como todos nosotros que somos
parte comprometida de esta sociedad esencialmente revolucionaria. Nuestras
ideas son justas y están en línea con la voluntad de más participación, más
democracia y más información.
Cuidemos celosamente la autoridad moral y la credibilidad de
los medios y del Partido. Defendamos con intransigencia nuestros derechos y
prerrogativas, pero hagámoslo, ahora más que nunca, sin prepotencia, sin
arrogancia, con modestia, con sentido unitario y constructivo. No nos dejemos
arrebatar el discurso del cambio. Somos nosotros los protagonistas principales
de la transformación de la prensa y estamos en un punto donde, además, la
revolución tecnológica es ineludible y se está produciendo justo en el campo de
la comunicación y la información. Si no somos nosotros sus abanderados, otros
lo enarbolarán. Si no los efectuamos dentro de la Revolución, el Partido y el
socialismo, corremos el riesgo de que tomen caminos torcidos más tarde o más
temprano fuera de la Revolución, del Partido y del socialismo. No vamos a
permitir que tal cosa ocurra.
Desde Santiago de Cuba, a donde hemos venido a honrar a al
Apóstol José Martí, y nuestro querido Comandante en Jefe, al pie del memorial y
una piedra símbolo donde reposan sus cenizas, proclamamos los principios
fundacionales de unidad y de compromiso con la verdad, la historia y la
sociedad socialista a la que consagramos nuestra pasión por Cuba, con la misma
devoción con que el hombre que descansa en esta tierra heroica dijo: “Traigo en
el corazón las doctrinas del Maestro”.