Las Tunas.- ¡Veinte años! Cuando Ramiro Segura García,
nuestro director, me pidió aprisionarlos en unas cuartillas sentí que la
historia de 26 Digital “en blanco y negro” era posible resumirla. Pero cómo
lograrlo con todo el simbolismo, las emociones, los sustos y las horas de los
indescriptibles sentimientos individuales y colectivos que desde aquel 15 de
marzo del 2000 siguen vivos, como si el tiempo fuera una mariposa inconforme
sobrevolando en el mejor de los jardines, convencida de que siempre podrá encontrar
otro mejor.
Esa es tal vez la razón visible e invisible que convierte,
dos décadas después, a uno de los diarios digitales de la provincia de Las
Tunas en un sueño tangible para su equipo de realización y cada uno de los 34
trabajadores que integran la casa editora. Es el desafío sistemático a saltar
las barreras internas y externas que puedan poner en riesgo la navegación, y
llevar a los rincones de la Isla y el mundo el acontecer informativo local.
Resulta un exigir constante en esa placentera alforja de
recuerdos desvelados. Como cuando Reynaldo López Peña, laptop en mano, apuraba
inquieto y responsable, soportando mi ansiedad y estrés, el FrontPage (nuestro
primer programa editor) o llegábamos a las oficinas del Centro de Información y
Gestión Tecnológica (Ciget) a buscar a Remisel, el joven ingeniero que fue el
“ángel salvador” y tutor de excelencia (como el resto del personal, único
entonces con Internet aquí) en esos momentos fundacionales.
Rey y yo éramos apenas un dúo de locos aprendices aferrados
al empeño y contagiados de la perseverancia de Ramiro, siempre intenso,
exigente y corriendo con nosotros para cualquier parte a buscar “la luz”,
cuando los apagones de entonces nos hicieron halar los pelos y empezar muchas
veces de nuevo a montar aquellas páginas estáticas llenas de códigos HTML, que
parecían interminables. Toda una evocación a las intensas madrugadas empatadas
en semanas en que apenas íbamos a la casa a bañarnos y comer.
Aquel 15 de marzo del 2000 fue un día de gargantas secas y
ojos húmedos. Parecía imposible que sin tecnología de punta, con elementales
conocimientos aprendidos a fuerza de retos, pasiones, locuras y metas,
estuviéramos allí, en el lobby del Ciget con nuestro primer 26 Digital en el
corazón de la laptop, a prueba del primogénito pantallazo.
¡Logramos lo que parecía increíble! Ahora no sé si reímos o
lloramos. Lo inolvidable fue la alegría, el suspiro profundo, el hecho de que
el periódico impreso tenía un hijo de cepa en el ciberespacio y los tuneros
-los ausentes, sobre todo-, una manera de tocar con un clic su tierra y su
gente. Otra voz “Cuba” por el mundo.
Pero ahí no acabaron las trasnochadas ni los amores al
periodismo digital, empezaban más bien. Incluirle los valores agregados, como
el sitio dedicado a los Cinco y a la batalla por el regreso de Elián González,
fueron palabras mayores. Hospedar a 26 en la Empresa de Tecnologías de la
Información y Servicios Telemáticos Avanzados (Citmatel), en La Habana, y sumar
al aprendizaje constante al resto de la tropa para llenar las “sin límites”
páginas constituyeron otros titánicos esfuerzos, en tiempos sin computadoras,
horas limitadas de conexión y el vitalicio apego a las máquinas de escribir de
los “viejos y nuevos” periodistas.
Una etapa de enamorados en vilo. De “no hay de otra” que
sumarse a la premura de digitalizar y modernizar el diseño y su sistema de
edición, hacerle su versión en inglés, fortalecer el lenguaje gráfico, buscar
un contacto dinámico con los ciberlectores, intentar acercarse a la prisa de los
cambios tecnológicos que sacudían la red de redes a una velocidad increíble y
mantenernos con dos o más actualizaciones diarias… Era para nosotros un parto
cotidiano, entrar con el sol bien leve y besar la luna noches y más noches.
Ya no éramos Rey, Segura, los choferes y yo. Leonardo
Mastrapa y Maryla García entraron al equipo primario. También empezó la
correctora Marilú Hernández y los traductores. La oficina nos quedaba demasiado
pequeña.
Nos fuimos poco a poco a lugares cibernéticos más confortables.
Llegaron los justos y algunos premios internacionales, nos colocamos en los
primeros puestos de los buscadores de la Internet en español en el mundo; y los
reporteros, fotógrafos y el resto del colectivo eran parte y seña de un
producto entregado a golpe de amor y “martillo”. Confirmar que a diario crecían
los internautas y el número de visitas de los más recónditos países era el
éxtasis. Ganamos la fortaleza.
MÁS CERCA DEL AHORA
Joomla, un sistema de gestión de contenidos, nos revolucionó
el alma, y gracias al trabajo del informático Reynier Pozo asumimos una web
dinámica y una puesta de mejor calidad e interacción con los lectores. Luego
nos cambiamos de casa matriz y fuimos a hospedarnos al Centro Internacional de
la Prensa (CIP), donde estamos hoy.
El camino retoma las pasiones sempiternas y restrena un
paquete con nuevos rostros periodísticos que llegan a la Redacción, donde
apenas se notan diferencias entre los primeros “soldados” y las recién
estrenadas plumas del gremio. La web absorbe y cautiva como el día uno.
Tan activos como el sitio y sus interesantes y diversas
ofertas comunicativas, logradas a través de infografías, galerías de fotos,
videos, podcasts, la multimedialidad y la transmedialidad, nuestro community
manager Yunixánder Díaz Viamonte y los reporteros István Ojeda y Dubler R.
Vázquez van más allá de las expectativas y consolidan el posicionamiento de 26
Digital.
Continúa la cosecha de reconocimientos de los comités
Central y Provincial del Partido en la provincia, mientras en el orden
individual varios reporteros han obtenido lauros en el país por su quehacer en
esta novedosa vertiente del periodismo.
Un nuevo modelo de gestión de contenido -que involucra la edición
impresa del Semanario- nos hace pensar, como institución, en metas más altas y
tampoco nadie escapa.
Las mujeres siguen marcando el rostro protagónico con las
titánicas Iris Hernández, jefa de Grupo; Zucel de la Peña, editora creativa, y
Maryla García, editora en la página en inglés; sin que eso le quite el paso
rápido a su editor principal, Leonardo Mastrapa, o al traductor Lixan Escalona;
la costumbre de bajar y subir las escaleras de prisa. Asuntos de web, remolino
vivo.
Historia pasional y arriesgada desde el primer día. Orgullo
sanísimo de unos atrevidos que apostaron sumar locuras y pestañazos sobre la
autopista ciberespacial y hoy, 20 años más tarde, sonríen cuando ven sus
propuestas en YouTube y corean, como si lo planificaran: “Quedó lindo,
¿verdad?”. En esta magia diaria 26 Digital es un asombro y el mejor
alumbramiento que podemos tener.
Por Graciela Guerrero Garay