lunes, 16 de marzo de 2020
La navegación por Internet nos suele traer más de una sorpresa profesional. Hace unas semanas atrás –y por puro azar–, pinché un enlace en un portal especializado y hete aquí que encontré la respuesta a una antigua suspicacia casi con visos de certeza: «El periodismo económico no es aburrido, porque no hay tema aburrido. Hay malos reporteros, peores escrituras y pésimas ediciones».
La opinión procede de una voz autorizada. Se trata del periodista argentino Diego Fonseca, toda una autoridad continental en el asunto, de cuya pluma han emergido centenares de trabajos relacionados con la economía sin que jamás los textos perdieran encanto, colorido y profundidad. Para pláceme de sus lectores, se cuentan por decenas las publicaciones que los replican periódicamente en sus páginas.
«Los periodistas de economía dan hoy más prioridad al dato que al proceso –atestigua Fonseca–. Reproducen casi en automático mecanismos de construcción lingüística que son tecnocráticos y que solamente entienden los tecnócratas especializados. Los periodistas necesitan mirar las historias detrás de los números y hablar con la gente, pasar tiempo a su lado y hacer narrativa. De eso se trata».
Y así es, en efecto. ¿Cuántas veces comenzamos a leer en nuestros periódicos o a escuchar por la radio o la TV materiales relacionados con la actualidad y las perspectivas de la economía nacional o internacional y los dejamos a medio camino por lo tedioso y oscuro de su concepción? Ocurre con frecuencia. Una retahíla de números fríos, acompañadas de un lenguaje demasiado técnico, no constituyen atractivo para nadie.
«El número es el resultado de un proceso, y el periodista debe explicar ese proceso para que ese número se vuelva irrelevante, al menos como entidad absoluta –acota Fonseca–. Las cifras solo tienen sentido puestas en contexto. Los reporteros de economía deben aprender a demoler muros de estadísticas en busca de historias vistas desde su impacto social, con narrativa incluida. Y distanciarse del tecnicismo y el declaracionismo, tan común en América Latina».
Al final de su reseña, el propio Diego Fonseca se pregunta:
«Para hacer el periodismo económico al que aspiran los lectores hoy, ¿qué necesitan en su repertorio un periodista y un economista?».
Y el destacado periodista económico argentino se responde:
«El periodista, leer y estudiar economía; el economista, aprender a escribir y leer otra cosa que no sean balances, como literatura, ficción y hasta poesía. Ambos deben escuchar mucho a la gente y atender el impacto de las decisiones superar la tecnocracia e impedir que el periodismo económico se transforme en un recetario de símbolos como la tabla periódica. La economía es una ciencia completamente humana, extremadamente social, histórica y por ende subjetiva».
Por Juan Morales Agüero