domingo, 12 de abril de 2020



Desde que hace millones de años los seres humanos irrumpieron sobre la piel del planeta, su estado de salud se vio periódicamente agredido por contagiosas y letales enfermedades. A sus apariciones ellos acostumbraban atribuirles distintos motivos, entre ellos castigos divinos por haber ofendido a algún dios.

Un ejemplo fue la epidemia que asoló Atenas en el año 430 AdC. Sobrevino en plena guerra del Peloponeso y le dio un definitivo giro al conflicto en favor de Esparta. Su brote hizo estragos entre los soldados atenienses y sus mejores generales, entre ellos Pericles, murió junto a varios de sus hijos legítimos.

El mito imputa el suplicio a la diosa Heras, quien lo provocó en venganza por la infidelidad de su esposo Zeus. Tucides, historiador de la ciudad-Estado, lo aclara desde perspectivas terrenales en La Historia de la guerra del Peloponeso: la enfermedad se originó en Etiopía y llegó a Grecia luego de atravesar Egipto y Libia. En total, la célebre plaga causó alrededor de 300 mil víctimas.

De entonces acá, la humanidad ha sufrido numerosas epidemias y pandemias. La Organización Mundial de la Salud, por cierto, establece diferencias entre una y otra. Define como epidemia a «una enfermedad que se propaga y se mantiene en el tiempo, con aumento del número en una área geográfica». En tanto considera pandemia a «la epidemia que afecte a más de un continente y que los casos de cada país ya no sean importados, sino provocados por trasmisión comunitaria».

Entre las pandemias más devastadoras de la historia figura la «peste negra» o «peste bubónica», que, entre 1347 y 1351, causó en Europa unos 200 millones de muertos, la cuarta parte de su población. Entre ellos figuró Alfonso XI de Castilla, fallecido cuando sitiaba Gibraltar. Según las crónicas, el mal se controló cuando se cremaron grandes cantidades de ratas, pulgas y cadáveres infectados.

La viruela diezmó a la población global durante milenios y privó de la vida a unos 300 millones de personas. Hizo estragos, especialmente, en la conquista del Nuevo Mundo. Nuestra población originaria carecía de un sistema inmunológico preparado para combatirla eficazmente, por lo cual 60 millones de aborígenes —incas, mayas, aztecas, tayronas…— perecieron por su contagio. En los años 70 el siglo pasado una campaña global de vacunación consiguió erradicarla.

El siglo XX padeció su primera pandemia global entre 1918 y 1919: la Gripe Española. Por su corta duración, se le tiene como la más letal. Surgió en Estados Unidos, y llegó a Europa junto con sus tropas de apoyo a los aliados en la Primera Guerra Mundial. En 18 meses infectó a la tercera parte de la población del planeta y causó 40 millones de muertos, cinco veces más que aquel conflicto armado.

Otra pandemia que enlutó la pasada centuria fue la llamada Gripe Asiática (1957-1958). Hizo su debut en la China meridional y en cuestión de pocos meses se hizo presente en Europa y América. Dejó tras de sí más de un millón de víctimas. Similar cifra causó la Gripe de Hong Kong (1968-1970), que afectó a todo el planeta. Esta pandemia inauguró la era de los transportes aéreos rápidos.

EL SIDA asusta de solo mencionarlo. Se reconoció por primera vez en 1981, en Estados Unidos. En el propio año, el investigador francés Luc Montagner atribuyó su causa al Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). El origen de esta enfermedad de transmisión sexual, causante de unos 25 millones de muertes, se vincula con algún contacto humano con simios de la parte central de África. Afecta el sistema inmunitario y favorece la entrada de infecciones oportunistas.

Esta pandemia reporta presencia hoy en toda la geografía planetaria. La ciencia todavía no ha podido dar con una terapia eficaz para neutralizar sus efectos. Pero su tratamiento con fármacos antirretrovirales los atenúan sobremanera y hacen posible que muchos pacientes lleven una vida normal y plena.

Lo mayores asesinos de la historia no fueron solamente los criminales de guerra. Las bacterias y los virus también figuran en esa nada gratificante lista. Hoy la humanidad se enfrenta a una enfermedad desconocida, el COVID—19. En poco tiempo ha provocado decenas de miles de víctimas en más de 180 países. La ciencia especializada y el sentido común coordinan fuerzas para impedir que se propague. Lo conseguirán, como en otras ocasiones. ¡Cuestión de tiempo!

Por Juan Morales Agüero 

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