Juan Emilio, definido por la pasión

A Juan Emilio Batista Cruz lo definen el amor al deporte, a su tierra -su ciudad, sobre todo- y la pasión. Acabado de conocerlo ya una se percata de que para él los tonos grises o indefinidos no existen. Esa pasión innata lo lleva a narrar la historia, de su niñez, de su vida, de la pelota, del periodismo en Las Tunas, siempre con entusiasmo.

Y, aunque por las propias jugarretas de la vida, esté alejado de los micrófonos del diarismo, o del olor a tinta de "su periódico 26", sabemos que permanece con la mente pegada al teclado por la terminación de un libro, por querer dejar sus opiniones sobre bolas y strikes, o por ese deseo innato de seguir trabajando.

Así lo describió en algún momento la periodista Graciela Guerrero: "Muchas anécdotas e historias tiene Juan en su agenda. Pocos son los temas en que ha dejado de anotar sus letras, incluso, hasta una musa poeta y cantautora tiene en la mochila. A su hijo, el trovador Norge, no le viene de gratis su amor por la música ni la maestría del canto. En su papá encontró la herencia y muchas inspiraciones, a tal punto que ha musicalizado algunos de sus poemas, aunque él diga que es al revés. Lo cierto es que este periodista que identificamos como un excelente comentarista deportivo canta y fue un triunfador pelotero en sus años infantiles".

Ahora Juan Emilio, o El Charro (como lo llaman sus compañeros más experimentados) se traslada a La Habana con su hijo Noyde, pero para nosotros los colegas de su querida tierra, seguirá ahí, en la calle Lico Cruz, a la vuelta del timbre del teléfono y de su locuacidad lista para compartir anécdotas y vivencias.