La mañana de este jueves debutó con una noticia estremecedora: falleció Juan Emilio Batista Cruz, ícono del periodismo tunero, colega de vasto currículo, profesor a tiempo completo, inspirado cronista deportivo, defensor de la ciudad, amigo de los amigos, padre ejemplar… La vida le cantó el tercer strike a este apasionado amante del béisbol cuando estaba por cumplir 80 visitas al calendario. La historia de esa disciplina en la provincia lo tendrá en cuenta cuando conforme integralmente su equipo Todos Estrellas.
Esbozar la biografía de El Charro (así le decíamos por su simpatía por la música mexicana) sería tan difícil como darle en la misma costura a un lanzamiento de 95 millas. Fue un niño precoz, que comenzó a merodear por los diamantes desde pequeño, tal vez al influjo de su padre pelotero. “A veces les digo en broma a mis familiares y amigos que mi madre, Fe Cruz, pasó un trabajo tremendo a la hora de parirme, porque yo venía del vientre con bate, pelota y guante incluidos”, confesó en una entrevista.
Sus vínculos con el periodismo fueron también tempraneros. Hicieron sus pininos cuando editó un boletín estudiantil en el contexto de un curso de administración en La Habana, en tiempos en que laboraba como oficinista en un tejar cienfueguero. Allí el prestigioso doctor Francisco Alvero Francés, miembro honorario de la Real Academia de la Lengua, lo designó Jefe de Redacción y le hizo las primeras recomendaciones acerca de la profesión a la que le dedicaría buena parte de su existencia.
Pero su currículo como periodista deportivo echó a andar en enero de 1967, cuando, luego de una corta etapa como corresponsal voluntario, formó parte del staff de la emisora Radio Circuito, bajo la atenta pupila de dos grandes del gremio: Florencio Lugones Andrés (fallecido) y Eddy López Sánchez, quien todavía anda por ahí contando anécdotas y haciendo reír. Su instinto de superación lo acercó la Universidad de Oriente, donde se graduó como licenciado en Periodismo en 1975.
Desde el ínterin, transitó por diversos cargos y plazas. También asistió a eventos importantes. En 1975 fue director del Semanario Veintiseis, y en 1978 trabajó en el Centro Internacional de Prensa del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. En 1980 fue Jefe de Redacción del diario 26, responsabilidad que alternó con la de jefe de su sección deportiva. Por entonces no hubo evento importante en el territorio que no contara con su cobertura. Juan Emilio se convirtió en un referente a la hora de opinar.
Hizo época como compañero de cabina de Eddy López Sánchez en las transmisiones del béisbol. Siempre recordó aquellas temporadas donde Las Tunas estaba relegada al sótano. “Fíjate si era así que la gente aún bromea diciendo que nosotros tenemos el récord de haber narrado más derrotas en series nacionales”, dijo una veza, risueño. Y recordó aquella noche de diciembre de 1999, cuando el pitcher espirituano Maels Rodríguez le asestó a Las Tunas el único juego perfecto ocurrido en nuestros torneos. O aquel otro de enero de 1995 donde la ofensiva de Villa Clara la vapuleó 38 x 15. El desafío impuso marcas insólitas, como la de más carreras anotadas por dos equipos (53), hit (65), dobles (20), extrabases (32) e impulsadas (52). ¡Una verdadera orgía de batazos!
Juan Emilio cubrió importantes eventos, como los Campeonatos Mundiales de Béisbol Cuba-71 y Cuba-73. También cubrió para el Periódico 26 eventos múltiples como los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe Habana’82 (en los que, además, fue comentarista para Radio Rebelde) y los Juegos Deportivos Panamericanos Habana’91. El boxeo, otra de sus pasiones, lo tuvo como reportero en sus principales escenarios nacionales. Entrevistó a personalidades relevantes, como Teófilo Stevenson, Alberto Juantonrena, Antonio Pacheco, entre muchas otras. Y se recuerda su entrevista a la célebre gimnasta rumana Nadia Comaneci.
Quienes asistimos a la Gala de Premiación a los mejores atletas tuneros de 2016, celebrada en el Teatro Tunas nunca olvidaremos el momento en que le fue conferido a Juan Emilio el reconocimiento del INDER a la Excelencia Deportiva. El presentador, al tanto de su pasión por el desempeño del equipo tunero en l serie nacional de béisbol, lo motivó para que narrara un inning imaginario donde los nuestros resultaran vencedores. “¿Y quién sería el rival?”, le preguntó a los presentes. Pareció como si todos se hubieran puesto de acuerdo: “¡Industriales!”, exclamaron a coro. Ni corto ni perezoso, le echó mano al micrófono e improvisó así:
“Amigos aficionados, no cabe un alma en el estadio Julio Antonio Mella. Este séptimo juego de la serie del play off está siendo un rompecorazones. Estamos en la parte baja de la novena entrada y continúa empatado a una carrera. Viene al bate Las Tunas con una buena tanda. Si anota, dejará al campo al equipo azul. Si no lo hace, tendremos extrainnig. Quiala empuña la majagua. Al primer envío conecta rolata por tercera y concede el primer out. Ahora le corresponde el turno a Danel. Le va a una recta dura y saca una línea que es capturada elegantemente por el torpedero. Segundo out. Llega Alarcón con las bases limpias. El pitcher rival lo trabaja con sumo cuidado. Bola una. Strike uno. Bola dos. Foul atrás. En la pizarra del Mella aparece el 2-2-2, ¡los tres paticos! El tunero fija su mirada en la bola que viene a la altura de las letras, le hace un tremendo swing y la impacta en la misma costura. La redonda comienza a elevarse, a alejarse y… ¡ojos que te vieron ir! ¡Jonrón de Yordanis Alarcón y Las Tunas campeón!”.
La hipotética reseña de ese noveno inning terminó con una ovación.
En fin, Juan Emilio Batista se dejó cantar hoy el tercer strike. Pero puede retirarse satisfecho hacia el banquillo de los inolvidables. Deja varios libros publicados, miles de admiradores y un legado profesional difícil de igualar. Como suele suceder con los grandes, sus estadísticas lo perpetuarán en los anales del béisbol tunero. Ese Cooperstown que los aficionados legítimos (esos que no olvidan a sus íconos) erigirán a su memoria en cada peña, en cada polémica y en cada sitio donde se hable de pelota.